Esta tarde se disputa uno de los mejores mítines del mundo, el de Bruselas, que cierra el circuito de la Diamond League. Llegan los atletas un punto fuera de forma, o quizás esa impresión me da. Espero su respuesta hoy y el domingo en la mágica pista para el mediofondo de Rieti.
Dos de las estrellas actuales del atletismo, los velocistas jamaicanos Usain Bolt y Yohan Blake, corren en Bruselas. En la mejor pista del mundo para correr los 200 metros. Ojo a la marca de Blake a nada que el viento no estropee la fiesta. El año pasado Blake sorprendió al mundo en la ciudad belga y se hizo adulto con su crono de 19.26, a pesar de su flojita curva -paradójicamente- y una recta que los estadísticos consideran el mejor segundo 100 metros en una carrera de 200.
Lástima que Bolt y Blake se eviten, no quieran enfrentarse. Sus mánagers ponen cantidades desorbitadas por el duelo directo, o simplemente ni lo permiten. El espectáculo pierde. El atletismo pierde. Y los dos atletas no rebajarían ni un ápice su caché. Ya sé que Bolt tiene más que perder pero en ningún caso restaría interés a sus siguientes competiciones. Al contrario. La atención aumentaría.
Entiendo que Bolt y su representante no quiere extraviar el filón que supone el separar a los dos velocistas en pruebas diferentes. Quizás el multicampeón teme que su compañero de entreanamientos le dé un susto en forma de derrota. Creo que cuando más interés ha tenido este deporte ha sido cuando en los mítines (tambíen en campeonatos) se veían esos choques entre los grandes trenes: Coe-Ovett; González-Abascal; Aouita-Moorcroft; Lewis-Johnson; Moses-Harris… El público se engancha al atletismo, tan difícil en estos tiempos.
Lo dicho, magnífico que las grandes figuras no huyan de los mítines (estaría bueno con lo que cobran…) pero sería deseable que generen espectáculo, que crezca el interés. Solo así el atletismo ganaría páginas en los periódicos, minutos en la televisión y portadas en la webs. Luego nos quejaremos.