Es el día de Eusebio Cáceres. Una de las “X” marcadas por la selección española en este Mundial. Por desgracia, no hay muchas “X”. Es la realidad. Pero otros países/potencias tampoco están desbordados por esas “X”. Las cosas como son.
Pero yo quería analizar el cambio de un atleta casi amateur a un atleta profesional, responsable. El alicantino ha tenido una infancia atlética muy agradable. Lo ganaba casi todo. Era un excepcional saltador/velocista pero hasta en pruebas combinadas era capaz de ganar campeonato de España y conseguir mejores marcas mundiales de su edad.
Sin embargo llegó el momento de la madurez atlética. De dejar de jugar. Ahí Cáceres tuvo problemillas de identidad. Le gustaba la longitud, hacer carreritas/carrerazas de 100 metros y su juguete era el décatlon. En esta vida hay momentos que tienes que elegir, no es el ‘mamá o papá’, pero tienes que decidir.
Eusebio ha dado un paso en su trayectoria. En su comportamiento. En entrevistas premundial han comentado los más cercanos que ahora acude al fisio, cuida la alimentación, se deja guiar… y añadiría que se ha convencido, después de varias reuniones con altos responsables, que lo de las combinadas es para jugar cuando su temporada ha finalizado, por ejemplo, y no para poner en peligro tu físico.
El saltador de longitud es una de los valores internacionales del atletismo español. Y tiene que asumir responsabilidades, y las ha asumido. Ojalá que el círculo se cierre en la final de hoy y sea el inicio de una carrera brillante como saltador.
El caso de Eusebio es el lado opuesto a otros diamantes, jóvenes diamantes, que aún no han pulido sus ideas. Me refiero al caso del balear David Bustos. El mediofondista cayó como un vulgar atleta -no lo es- en las series del 1.500. La planificación de la temporada ha sido lamentable. Ha renunciado a mitines (48 horas antes) donde hubo carreras con gran nivel de marcas, oportunidades de conseguir cronos y llegar rodado a Moscú. Eso por un lado.
Bustos ha cambiado este año de residencia. De Baleares a Cantabria. Los entrenamientos, con el mismo técnico, han sido por correo. Bustos habrá tenido potentes razones para ese cambio de vida. Me las imagino. Sin embargo, un atleta de elite como él, con un futuro envidiable, con la inversión que se ha estado haciendo en su carrera, no debería mezclar deseos muy personales con obligaciones, que existen a su edad, como deportista.
Luego podremos echar la culpa al presidente, al seleccionador, a la federación, al entrenador… cuando quizás la responsabilidad esté en la cabeza de los deportistas que no entienden que son unos años clave para aprovechar las oportunidades. La vida tiene sus tiempos, sus momentos. Necesario no confundirlos. Hay tiempo para girar su comportamiento y el de otros. En la recámara no hay tantas balas como para perderlas por falta de madurez y objetivos definidos. Alguien debe dar un paso al frente. En el caso de Cáceres se dio. Es el momento de exigir que exijan. No es agradable ejercer el papel ‘de malo’ pero es vital por el bien de todos.