51 atletas en la selección española que participará en el Mundial de Berlín. El objetivo es sumar alguna medalla, para que se nos vaya la cara de tonto de Pekín, y tener entre 10-13 finalistas (entre los ocho primeros).
El que aterriza por primera vez en el atletismo dirá que para esos objetivos, llevar 51 atletas, parece de chiste. “Demasiadas vacaciones para más de uno”. “Para caer como mosquitos en las primeras eliminatorias, mejor no ir”, comentan.
Esta es la polémica de casi siempre cuando llega una cita internacional. ¿Es una selección demasiado generosa? ¿Es justo recompensar con el billete mundialista a atletas que, por los pelos, llegan a las mínimas mundialistas exigidas?
Si decidiéramos hacer una selección sólo con aquéllos que tienen opciones de podio o de ser finalista, la expedición estaría formada por unos 15 atletas. Al que ha conseguido una durísima marca exigida por la Federación Internacional, pero Bolt y compañia les cierran el paso a las medallas, se le da el horario de pruebas y el canal de televisión por donde se ofrecerá el Mundial, y en casita.
Soy de los que opinan que un atleta que entrena todo el año para conseguir una marca, la consigue, demuestra que está en forma cuando se acerca el campeonato… tiene que ser seleccionado. Ya sé que su máximo objetivo será ‘hacerlo bien’ en las primeras eliminatorias o en la calificación. Sin embargo, creo que el efecto de motivación, el aprendizaje que supone y la satisfacción como deportista y persona, es impagable.
Son atletas que en un Mundial poco tienen que hacer, pero meses después se les pedirá que acudan para defender la camiseta de la selección española en una cita por naciones.