Los comentarios de los aficionados que vieron el Mundial de atletismo y que me han llegado, son más bien positivos. Vieron un nivel notable de marcas. Vieron algunas de las figuras carismáticas. Vieron estrellas-biberón emergentes. Vieron dos récords del mundo. Vieron campeones derrotados. Vieron marcas que se han incrustado en el ranking all time junto a dígitos de los 80. Vieron a los españoles……… bueno, vieron un nivel español bajo. Pero no nos engañemos, es lo que hay. Faltaban muchas primeras espadas. Además, no llegó la chispa en forma de fortuna que pasaba por un nulo menos de Ruth Beitia o por un vuelo limpio de los saltadores de longitud o por entrar en la ruleta del 800. En otras ocasiones las piezas encajan y parece un paraíso. En otras, resulta imposible formar la foto y es un infierno.
Señores, señoras, el atletismo español está en el infierno. Estambul pudo haber sido una lanzadera. Nada de nada. La peor actuación. Cuatro finalistas. Lo mejor, un quinto puesto del relevo, prueba menor en el calendario y con fortuna en semifinales. Como digo, los balances son engañosos. Dos medallas y estaríamos hablando de maravillas y de resurrección. Cero medallas y seguimos en el pozo. Es un argumento un poco futbolero, resultadista. Aunque algún método hay que utilizar para medir una actuación en un campeonato. Son las medallas, los finalistas, los récords personales… Lo demás, es muy subjetivo.
Hay un movimiento en el atletismo español de oposición al actual presidente, José María Odriozola. Se ha formado una plataforma. Hay nombres que suenan como alternativas. Las críticas van dirigidas por la ausencia de un director técnico (tampoco lo había cuando las medallas caían) o por los métodos de detección de valores o por la reducción de técnicos y emolumentos. En momentos de crisis, todas las críticas tienen argumentación posible. Seguro que las ideas innovadoras no sobran. Sin embargo tengo mis dudas de que el tumor se focalice en una persona, en una directiva, en unos entrenadores, en una estructura. Creo sinceramente que es necesario aplicar un giro en algunas áreas de la Federación Española. Meter el acelerador. ¿El cambio generacional se impone? Pues quizás sí, pero será cuestión de analizar resultados y trayectorias. Solo por DNI no valen conclusiones.
Si hubiese habido un nuevo presidente desde hace dos años, por ejemplo, el resultado en Estambul habría sido el mismo; y en el Europeo de Helsninki; y en los Juegos Olímpicos. Y añado: desgraciadamente. Los criterios de selección no hubiesen variado apenas. Posiblemente se hubiese aplicado un criterio más restrictivo y entonces el relevo 4×400 no habría viajado al Mundial… que ha sido la mejor clasificación de la selección española.
Pudiera ser que las nuevas caras del atletismo comenzaran a meter leña al tema de las categorías inferiores, de la detección de valores, de cuidar a los entrenadores de base. Sería una estrategia de apoyo total. Atención sin embargo a los tiempos que llegan, están llegando, de recortes de subvenciones y menos patrocinios. Todo va a ser más difícil. Las becas se reducirán. Menos presupuesto para todo.
Las elecciones decidirán el futuro. Lo que sí parece claro es que Odriozola se presentará. ¿Habrá otros candidatos? En la última Asamblea federativa los apoyos seguína lloviendo al actual presidente y de forma bastante unánime. En algún movimiento de silla desde una federación norteña, el bofetazo fue total. ¿No era el momento o el lugar adecuado? Puede ser. Pero la respuesta fue contundente. Y para ser elegido en cualquier cargo, es necesario recibir apoyos en forma de votos. Serán meses de intrigas, de reuniones, de pactos, de mucho toque de teléfono/email.