Ya está aquí. Un año más. Sí es cierto que su salud no atraviesa su
mejor momento. Digamos que se encuentra con algún tubo de oxígeno
permanentemente. Tiene la tensión baja. Poco azúcar. Y hasta con
síntomas de alzheimer. Es posible que como camina hacia los 60 años,
sea un prejubilado con achaques. Puede ser. Pero nos resistimos. Ahí
estarán los amigos de siempre para apoyarle en los momentos difíciles.
Esa palmadita –pero que no sea muy fuerte…- en la espalda relanzará de
nuevo su viejo orgullo tocado. Una miradita de repaso al historial le
hará disfrutar con las imágenes de los grandes campeones que han pisado
el hipódromo donostiarra y significará un subidón de moral para el
viejo cross.
Sin embargo nadie puede meter la cabeza en un agujero. El cross de San
Sebastián está en continua pelea. En una lucha. En una batalla por
sobrevivir. Ya sé que no es justo. Pero del pasado no se vive. El
presente da muchos disgustos y el futuro es pura incertidumbre.
Vamos a hablar de reto, de oportunidad. No caigamos en pesimismos
innecesarios. El cross de San Sebastián es más que una prueba de
atletismo, va más allá. Es ese tipo de tradiciones que siempre están
ahí cerca y que nos hacen recordar, con una sonrisa, escenas de un
cross que han ido esculpiendo nuestras vidas.
Escenas maravillosas vividas en la recta del hipódromo que siempre será
una recta inigualable. Esos metros finales han levantado pasiones. Han
provocado admiración por un deporte que no es mayoritario. De acuerdo.
Sé que es un deporte para degustar, para el deleite de los más
entusiastas. Los gourmets del deporte viven por aquí cerca. Y no es
malo.
En esa recta los más veteranos vibraron con los Zatopek, Mamo Wolde,
Alain Mimoun… después llegaría el dominio de los británicos en los años
70 intercalado con pinceladas bellas de Mariano Haro o Carlos Lopes… la
irrupción de los poderosos kenianos con John Ngugi a la cabeza a
finales de los 80… la nueva generación de etíopes con Gebreselassie en
primera línea en los 90… ¿Y el futuro?
Cuanto más repaso las páginas amarillentas de la hemeroteca de la
memoria, más me resisto a dejar perder por inanición un tesoro que es
propiedad de varias generaciones de guipuzcoanos. Quizás los más
jóvenes ya no se apasionen con la recta verde y sus sprints. El efecto
televisión, las ‘pleis’, los ‘feisbuks’, los ‘tuentis’… son
alternativas a pasar una mañana de enero en contacto con el atletismo.
Pero sería saludable que disfrutaran y que se adueñaran de un trocito
de ese puñado de recuerdos que aún están por construir.