Nadie va a poner tantos dedos en la llaga como para que Usain Bolt no pueda competir en los Juegos Olímpicos de Río. Os lo aseguro. Ni tan siquiera porque la Federación jamaicana de atletismo se muestre laxa en los controles antidopaje de sus gacelas. Alguien moverá ficha para que el río no se desborde. Ahora bien, es necesario que ese río se dirija por los cauces de la transparencia, de la legalidad y no se mire hacia otro lado en el tema del dopaje. Y Jamaica lo sabe.
Los organismos internacionales no están dispuestos a que un nucleo, un país, un grupo de atletas… vayan de listos y salgan de rositas. Es evidente que existe una planificación casi geográfica para ir talando esos árboles enfermos. Estados Unidos en su día; Rusia ha recibido un batacazo; Turquía es ahora un páramo; China va por rachas; Alemania pasó al confesionario; Italia recibió bronca y el fondo se acabó; España ha tenido su purgatorio; el inmaculado Kenia ha recibido sacudida; y Jamaica se une a los países con la lupa en la chepa.
¿Por qué ahora Jamaica? En primer lugar por unos casos de dopaje en los último meses con Asafa Powell y Veronica Campbell como pesos pesados cazados que han dejado los cimientos de la credibilidad tambaleando. Y esta misma semana por las declaraciones de la anterior directora de la Agencia antidopaje jamaicana, Anne Shirley, que ha declarado a la revista Sports Illustrated que no tenían personal para localizar a los atletas y ofrece el terrible dato que durante los seis meses preolímpicos en 2012, solo se efectuó un control por sorpresa en el atletismo de Jamaica.
Pues desde luego no alimenta la credibilidad de este deporte. Y más pensando que, en ese país, se encuentra el atleta número uno de momento. Sería injusto esparcer el chapapote a todos, incluido Bolt, como sería injusto enfangar a todos el atletismo español a pesar de haber tenido una escandalosa Operación Galgo y la Puerto y otros casos aislados. No todos los atletas son pecadores porque en su país haya uno o mil tramposos.
Jamaica está en esa fase de ponerse los pilas y hacer batidas de controles para que nadie les acuse. Decir que se hicieron 179 controles en 2012 es una evidencia de debilidad. La Federación de Jamaica se movió durante el Mundial de Moscú y pidió varias audiencias a máximos responsables del deporte internacional. Prometieron cumplir con las directrices del Código Mundial antidopaje. La IAAF desde luego se ha remangado desde hace meses y ‘provocó’ 120 controles por sorpresa entre los jamaicanos.
Por canal diplomático interno el gobierno jamaicano ha recibido una reprimenda de órdago por parte de la Agencia Mundial Antidopaje. El director general David Howman les agarró por la oreja mientras les decía que cualquier país, sea cual sea, puede ser privado de acudir a los Juegos Olímpicos o a una cita mundialista si no cumple con los principios establecidos para todos.
Pues eso. Jamaica recibe tarjeta amarilla. Lástima haber llegado hasta aquí porque las gacelas amarillas caen muy bien. Y Bolt no se merece esta nieblilla de duda porque su federación no hace las cosas bien y silbe a la vía en aspectos tan delicados.