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Antxon Blanco

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Atletas de patera ¿si o no?

No es fácil afrontar el tema de las nacionalizaciones por parte de
países europeos de atletas procedentes de África o del Caribe o de
Latinoamérica. Existe un alto riesgo de caer en lo políticamente
incorrecto, en herir sensibilidades de quienes sólo ven por los ojos de
la solidaridad y desconocen el entramado deportivo.

Asumiendo todos esos riesgos, es un clamor en el atletismo que el tema
de las nacionalizaciones de atletas por parte de algunos países roza el
engaño. Determinados gobiernos buscan el atajo del pasaporte express
para obtener réditos en competiciones en forma de medalla. También
existen los casos de atletas que amparados en los derechos
constitucionales del país que les acoge, solicitan ese cambio de
bandera para beneficio propio sin disimular apego hacia su país de
origen o avisar que en cuanto termine su trayectoria
deportiva-profesional dirán ‘adiós muy buenas’ al país que les ha
nacionalizado.

No serán todos los casos como los describo. Pero algo de hartazgo
existe con este boom de atleta de tal país y que aparezca en sus
biografias ‘ex de Etiopía’ o ‘ex de Kenia’ o ‘ex de Cuba’. En mi
opinión es necesario regular esta novedosa situación en el atletismo y
en el deporte en general.

Aunque los derechos de un emigrante estén amparados para cambiar de
nacionalidad en base a unas leyes, el ámbito deportivo debería
protegerse para que los gobiernos más ávidos de propaganda no cayeran
en la sinrazón de fichar deportistas a golpe de talonario o de
facilitar pasaportes por el hecho de ser un buen atleta.

Muchos países tienen ya pecado. También España. Otros lo hacen de forma
descarada, como Qatar. Otros se suman a reclutar jóvenes valores, como
Arzebaiyán. Si continúa esta política indiscriminada, convertiremos el
campeonato de Europa en el otro campeonato de Etiopía.

Yo limitaría a estos atletas su participación en las selecciones
nacionales de sus nuevos países. Limitaría la posibilidad de competir
hasta 5, 8 ó 10 años después de su nacionalización, impidiendo así que
ese cambio de pasaporte tenga tufillo a interés, por una u otra parte.

Son muy diferentes los casos de jóvenes que han emigrado cuando eran
muy jóvenes (antes de los 14-16 años) y se han formado deportivamente,
por lo tanto, en los países a los que se desplazaron. Estas son
situaciones necesariamente aceptables. Sería el caso del
somalí-británico Mo Farah, doble campeón europeo den Barcelona, que
llegó a Gran Bretaña con su familia cuando tenía 10 años. O el del
obstaculista francés Bob Tahri, medalla de plata, que en categorías
escolares era uno de las figuras en el sur de Francia, y de hecho
corrió de junior el cross de San Sebastián y lo ganó con autoridad.

En el caso de Alemayehu Bezabeh, el fondista etíope-español, mezcla un
poco de todo. Llegó de bastante joven pero ya era atleta en su país de
nacimiento. Sin embargo su formación deportiva la recibe en Madrid
mayoritariamente. Pero aún ahora no tiene casi ni idea de castellano.
Apenas se relaciona con sus compañeros del equipo español. Pero tanto
él como su hermano, lo tenían claro. Necesitaban emigrar, al menos
deportivamente, para mejorar sus vidas. Así, Alemayehu llegó a España y
es español. Su hermano se fue a Australia… y es australiano.

Pero realmente ¿existe una identificación con las medallas o con las
plusmarcas de estos atletas entre los aficionados de España y de
Australia? Tengo mis dudas. El atletismo, el deporte, se tiene que
blindar de situaciones irregulares que afloran ya con cierta y
peligrosa asiduidad.

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Atletismo

Antxon Blanco

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