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¿Realmente ha perdido competitividad el País Vasco con relación a España?

A semejanza del índice de los índices competitividad  que sobre la economía española publica el Banco de España (véase aquí), el Instituto Flores de Lemus de la Universidad Carlos III de Madrid acaba de publicar un índice de competitividad de las comunidades autónomas españolas (véase aquí), basado en el tipo de cambio real. Según el mismo, la Comunidad Autónoma del País Vasco (CAPV) no habría ganado ni perdido competitividad con respecto al conjunto de comunidades autónomas españolas durante el período de boom económico de 1997-2007, pero su posición se habría deteriorado con respecto a dicho conjunto en el período de crisis 2007-2012.  Los medios de comunicación españoles, entre ellos El Correo, se hicieron eco de algunas de las conclusiones del breve informe elaborado por el citado instituto. En particular, según la noticia de El Correo de 19 de febrero: “El informe recoge que Aragón, Asturias, Castilla y León, Castilla La Mancha, Cataluña, Comunidad Valenciana, Galicia, Murcia, Navarra, el País Vasco y La Rioja eran en 2012 menos competitivas con respecto al conjunto de España que en 1999”.  En el cuadro 1 adjunto el lector interesado puede observar quienes son las comunidades autónomas que ven mejorada  o deteriorada su posición competitiva: en el primer caso tienen signos positivos en las columnas relativas a tasas de apreciación o depreciación; y en el segundo, signo negativo.

Cuadro 1: Inflación media y tasas de apreciación (pérdida de competitividad, signo negativo) o depreciación (aumento de competitividad, signo positivo) en el tipo de cambio real con España.

Fuente: Instituto Flores Lemus. BIAM nº 73, febrero de 2013.

Tras la publicación de dicha noticia, enseguida nos empezaron a llegar llamadas a los investigadores de Orkestra, Instituto Vasco de Competitividad, solicitando nuestra opinión, una confirmación o denegación de esa pérdida de competitividad de la economía vasca, o simplemente una aclaración sobre la pertinencia de la metodología empleada para la medición de la competitividad. Una primera y rápida respuesta la ofreció James Wilson en el blog de Orkestra (hacer clic aquí), que algo ampliada también fue publicada en el blog personal que dicho investigador tiene en inglés (hacer clic aquí).

Básicamente, Wilson viene a decir, en primer lugar, que en los análisis de competitividad es importante determinar bien con quién uno se compara;  así, los estudios realizados al respecto indican que las regiones españolas con las que más compite la CAPV es con Cataluña y con Navarra (por su perfil industrial y avanzado), más que con Baleares, Canarias o Extremadura (que son las que en dicho índice han ganado competitividad); y que, justamente, con respecto a Navarra y Cataluña, el índice de competitividad de la CAPV había mejorado, en lugar de empeorado.  En segundo lugar, Wilson señala que la competitividad es una realidad muy compleja y que con un indicador tan simple, como es la evolución del índice de precios, dicha realidad no queda bien reflejada. Más en concreto, Wilson señala la conveniencia de distinguir diferentes tipos de indicadores (de resultados finales, de resultados intermedios, determinante subyacentes y los estructurales o fundamentales), pues un territorio puede estar presentando resultados muy diferentes de unos a otros. Es más, cuando se atiende a un único indicador para valorar la competitividad se carece de suficiente información para orientar a los decisores públicos sobre qué deben hacer. Es como, si el piloto de un avión, para guiar este, dispusiera solo de una medida para conocer su situación en todas las cosas que condiciona el vuelo y deben ser tomadas en cuenta en el pilotaje (velocidad, altura, depósito de gasolina, viento existente…).

Siendo todo lo anterior que expone Wilson correcto, con objeto de no repetirnos en este post voy a intentar aportar algo de luz al lector sobre cómo interpretar este tipo de indicadores desde otra perspectiva; y, tras ello, daré algunos datos que, también simples, permitan valorar mejor la posición y evolución competitiva de la CAPV.

En primer lugar hay que señalar que desde hace más de dos décadas (desde que la OCDE publicó a principios de los 90 el informe Technology and Economy: The key relationships) hay un cierto consenso entre los economistas en entender que la competitividad de un territorio hace referencia a la capacidad que posee para proporcionar un nivel de bienestar elevado a sus ciudadanos. Si se desea medir esa competitividad cabría hacerlo desde dos perspectivas diferentes: por un lado, mirando a los resultados, es decir, intentando medir el nivel de bienestar de los ciudadanos; y, por otro lado, tratando de ver cómo está el territorio en esos factores capacitadores o determinantes del nivel de bienestar.

Como indicador simple y directo del nivel de bienestar los economistas suelen tender a tomar el PIB per cápita. Ciertamente, hay bastante gente que cuestiona la relación existente entre el PIB per cápita y el nivel de bienestar. Pero, como mostró Iñaki Erauskin en este mismo blog (véase aquí), los últimos estudios muestran una relación positiva entre ambas variables, si bien también hay que reconocer que las medias pueden esconder importantes diferencias de unos ciudadanos a otros. Y es tal la facilidad existente hoy día para obtener para distintos territorios el PIB per cápita, que al final, por comodidad y rapidez, los economistas han tendido con frecuencia, para medir el nivel de competitividad de un territorio, a ver cómo se sitúa en términos de PIB per cápita.

En el gráfico 1 y 2 se sitúa la posición y evolución en PIB per cápita de la CAPV, los países de la UE15 y de la UE de la ampliación que por su nivel de desarrollo han entrado en la OCDE, EEUU y Japón, y los cuatro países BRIC (Brasil, Rusia, India y China) en el período 2000-2007 (años de crecimiento económico) y en el de 2007-2012 (años de crisis económica). En el eje vertical expresamos el nivel de PIB per cápita alcanzado en el último año del período citado, y en el horizontal la variación experimentada por el PIB per cápita. Pues bien, del gráfico 1 se puede extraer que la CAPV había conseguido alcanzar un elevado nivel de PIB per cápita para 2007, último año del boom económico, de modo que, medido éste en términos de paridades adquisitivas, había llegado a superar al de la mayoría de los países de la UE (la excepción la constituían Luxemburgo e Irlanda). En variación, también mostraba un crecimiento muy superior al que mostraban los otros países avanzados, si bien dicho crecimiento era inferior al experimentado por los países de la ampliación y por los BRIC (señal del proceso de convergencia económica entre países desarrollados y en vías de desarrollo habido en este período). Del gráfico 1 se desprende también que, en contra de lo que decía el indicador de competitividad de precios empleado por el Instituto Flores de Lemus antes citado, la CAPV había aumentado sustancialmente su nivel de competitividad con respecto al conjunto de España en este período.

Gráfico 1: PIB per cápita en 2007 (en PPA-$) y tasa de variación anual acumulada del PIB per cápita real en el período 2000-2007.

Fuente: Elaboración propia a partir del FMI y de Eustat.

En cuanto al período de crisis, la fotografía que muestra el gráfico 2 es bastante distinta. La CAPV sigue todavía manteniendo en 2012 un elevado nivel de PIB per cápita, pero ahora es superada ya por cinco países europeos: Luxemburgo, Austria, Holanda, Suecia e Irlanda. En cuanto a la variación, además de ser superada nuevamente por los países BRIC (que siguen acortando distancias con los países avanzados) y por bastantes de los países de la ampliación, también lo es por buena parte de los países de UE-15: Alemania, Suecia, Austria, Bélgica, Holanda y Francia. Es más, salvo en Alemania, Suecia y Austria el PIB per cápita habría disminuido entre 2007 y 2012 en todos los países desarrollados. Nuevamente, con relación al conjunto de España, en contra de lo que sugería el índice de competitividad de precios, la CAPV muestra una evaluación favorable, pues ha visto disminuir menos su PIB per cápita en términos reales.

Gráfico 2: PIB per cápita en 2012 (en PPA-$) y tasa de variación anual acumulada del PIB per cápita real en el período 2007-2012

Fuente: Elaboración propia a partir del FMI y de Eustat.

Frente a esta perspectiva que mide la competitividad de un territorio por la capacidad que ha mostrado para proporcionar un nivel elevado de bienestar a sus ciudadanos, pero que no proporciona pistas sobre las bases en que ha sido capaz de hacerlo, habría otro enfoque de la competitividad que lo que trata es de atender a los factores que permiten a un territorio crecer más y aumentar su productividad (factores que son la base sostenible a largo plazo del crecimiento del PIB per cápita) o, también, que le permiten aumentar su cuota en los mercados internacionales (en el entendimiento de que si logra exportar más, también crecerá más y el PIB per cápita crecerá).

Entre los planteamientos que se centran en los factores determinantes de la competitividad son tres las principales aproximaciones. La más clásica es la que podríamos denominar aproximación macroeconómica, que sostiene que la competitividad de un territorio depende de su tipo de cambio real, es decir, de la evolución de su tipo de cambio, corregida por la diferencial de inflación entre ese territorio y sus competidores. Así, si la moneda de ese país se aprecia en términos nominales con respecto a las de otros países, o si su inflación supera a la de los países competidores, sus productos se encarecerán en los mercados internacionales, el saldo neto exportador empeorará, el nivel de actividad económica y empleo caerá y el bienestar se verá reducido. Es este enfoque el que está presente en los índices de competitividad que publica el Banco de España y el Instituto Flores de Lemus.

A la hora de buscar los determinantes del crecimiento de la productividad y del PIB per cápita otros han optado por la contabilidad del crecimiento. Así, el planteamiento más clásico de esta corriente sostiene que el crecimiento y la productividad dependerán de la dotación de capital físico, de capital humano y de la innovación de ese territorio.

Y, por último, tendríamos los planteamientos del tipo del World Economic Forum o del IMD, que tratan de considerar más de un centenar de posibles factores que influyen en la capacidad competitiva de un territorio, recogidos tanto de las estadísticas oficiales como de una encuesta de opinión a los directivos de las multinacionales de todo el mundo, y con ellos posteriormente se elabora un indicador sintético de competitividad, que se suele hacer público todos los años (véase aquí) y del que se suelen hacer eco todos los medios de comunicación.

Como ya hemos indicado, la fotografía que se desprende de una y otra aproximación puede ser muy dispar. ¿Qué puede explicar esas diferencias? ¿Cuál resulta preferible? Estas son preguntas con mucha enjundia para cuya respuesta ya no nos queda espacio en este post. Así que emplazamos al lector interesado a que se enlace al siguiente post que sobre esta cuestión publicaré en este mismo blog.

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Hausnarketa eta eztabaida gure errealitate ekonomikoaz /Reflexión y debate sobre nuestra realidad económica

Sobre el autor

"Donostiako Deustu Business Schoolen eta Lehiakortasunerako Euskal Institutoan, Orkestra-n, dihardugun lau unibertsitate irakasle eta ikertzaile gara. Blog hau sortzera bultzatu gaituena zera da: modu ulerterraz, zorrotz, kritiko eta burujabean egindako hainbat gai ekonomikori buruz gogoetak plazaratzea, gai horiek gure bizitzan eta gu parte garen gizartearenean eragin handia dutelakoan". --------------------- "Este blog pretende reflexionar sobre diferentes cuestiones económicas que nos afectan como personas y como sociedad, de una manera divulgativa, rigurosa, crítica e independiente. Somos cuatro profesores que desarrollamos nuestra actividad académica en la Deusto Business School en su campus de San Sebastián y en el Instituto Vasco de Competitividad, Orkestra. Blog sobre economía de Asier Minondo, Iñaki Erauskin, Bart Kamp y Jon Mikel Zabala".


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