Ya de vuelta de las vacaciones, mientras escribo este post las urnas han dado su veredicto sobre si Escocia debería ser independiente. Ha dicho no un 55,3% de los votantes, mientras un 44,7% ha dicho sí. A mí me ha venido a la cabeza una frase acuñada por Milton Friedman en un libro suyo, “la tiranía del statu quo”, por lo difícil que suele ser cambiar el estado de las cosas.
¿Y ahora qué? Contarán con mayor autonomía, previsiblemente, tal como se comprometieron los principales partidos unionistas, y ahí estarán los grandes temas, tales como la descentralización, los impuestos y el gasto público, el sistema público de salud, etc.
Los fondos provenientes del petróleo del Mar del Norte, son otro asunto vital. Para ello, veamos cuál es el PIB per cápita de las “regiones” escocesas (en terminología NUTS2, equivalente a comunidad autónoma). Para ello, compararemos el PIB per cápita (en paridad del poder adquisitivo) de las regiones escocesas con el País Vasco, Navarra, España y el Reino Unido. La media europea es UE-28=100. Mientras el País Vasco y Navarra están por encima de 120 en el nivel de renta per cápita, España se halla cerca de la media. El Reino Unido se encuentra por debajo de 120 y Escocia se hallaría probablemente un poco más abajo. No obstante, en las 4 regiones escocesas hay una que sobresale con claridad con una renta per cápita de casi 160, “North Eastern Scotland”, que incluye Aberdeen y su entorno, y pivota alrededor del petróleo. El resto se sitúan ligeramente por encima de la media, “Eastern Scotland” (que incluye Edimburgo, Dundee, Perth, Stirling, …), en la media, “South Western Scotland” (que incluye Glasgow, entre otros) y por debajo de la media, “Highlands and Islands” (que comprende Inverness, Las Tierras Altas, las islas, …).
Fuente: Eurostat y elaboración propia.
En las elecciones, en la región más rica, Aberdeen y alrededores, el “no” ha recibido un apoyo del 60%, por encima de la media del país. En los análisis habituales sobre Escocia se ha subrayado hasta la saciedad el “maná” que supone el petróleo del Mar del Norte. Sin embargo, tener petróleo puede llegar a ser una maldición. Juan Pablo Pérez Alfonzo, el “padre” de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), acuñó el término “excremento del diablo” para referirse al petróleo y sus efectos adversos sobre los países que poseen este recurso natural (él pensaba en su propio país, Venezuela).
“De aquí a 10 años, de aquí a 20 años, lo veréis: el petróleo nos traerá la ruina … El petróleo es el excremento del diablo”.
El Profesor MacDonald, Catedrático de Economía Política Adam Smith en la Universidad de Glasgow, ha enfatizado este punto a menudo durante los últimos meses (pincha aquí) y concluía que, si Escocia se independizara, lo mejor sería crear una nueva moneda, en lugar de la propuesta del gobierno escocés, que era una unión monetaria formal basada en la libra esterlina. El gobierno escocés justificaba que la situación y la evolución de ambos países es parecida, por lo que no sería necesaria crear una nueva moneda; la libra podría cumplir perfectamente dicho papel. Sin embargo, el análisis deja de lado, según MacDonald, un aspecto muy importante de la economía escocesa tras la independencia: Escocia sería un exportador neto de hidrocarburos. Ello provocaría evoluciones divergentes de las economías si ocurrieran perturbaciones de oferta; por ejemplo, una subida significativa del precio del petróleo; lo que dificultaría enormemente una unión monetaria basada en la libra. Los países exportadores de petróleo con moneda independiente ven cómo sus monedas se aprecian, lo que encarece las exportaciones y empeora el saldo comercial de los sectores que no están relacionados con el petróleo (por ejemplo, la industria), que tienden a ser sectores muy dinámicos. Este efecto se conoce como “enfermedad holandesa” por las consecuencias que el descubrimiento de yacimientos de gas en Groningen (1959) trajo consigo para los Países Bajos. Por todo ello, concluía MacDonald que una moneda independiente era la mejor opción para una Escocia independiente.
Un país ha sabido llevar razonablemente bien la maldición de los recursos: Noruega. Tiene un “fondo del petróleo” (Government Pension Fund Global), cuyo valor es, aproximadamente, de 5,5 billones de coronas suecas, ó 0,7 billones de euros, con lo que “toca” a unos 133.000 euros por habitante noruego. A ese fondo va a parar la mayor parte de los ingresos provenientes del petróleo, que se invierte por el mundo (no en Noruega), y sólo se puede retirar un 4%, como máximo, de dicho fondo para el presupuesto nacional anual. Es una manera de limitar el mal uso del poder político y la “bendición” no se convierta en “maldición”.
Pero, como sabemos, no hay muchos países como Noruega …
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