“La paciencia es amarga, pero sus frutos son dulces”. Esta frase del filósofo Jean Jacques Rousseau refleja muy bien la percepción que existe sobre esta facultad humana. El mensaje es que cuesta ser paciente, pero si lo somos, obtendremos frutos de ello. De hecho, el cristianismo identifica la paciencia como una de las virtudes a desarrollar por las personas. Sin embargo, ¿es esta intuición correcta en el ámbito económico?, ¿es cierto que las personas pacientes obtienen mayores frutos económicos que las impacientes?
En un artículo que se publicará próximamente en Economic Journal, los profesores Golsteyn, Grönqvist y Lindahl desarrollan un estudio empírico para responder esta cuestión. El primer paso es medir el nivel de paciencia que tiene una persona. Para ello, se realizó la siguiente pregunta a 13.606 adolescentes suecos: “¿Preferís recibir 900 coronas suecas hoy (alrededor de 100€) o 9000 coronas suecas en 5 años (alrededor de 1000€)?”. Los adolescentes podían elegir entre cinco respuestas alternativas, que se graduaban desde el muy impaciente “por supuesto, 900 coronas hoy” al muy paciente “por supuesto, 9000 coronas dentro de 5 años”. Lo increíble del estudio es que esta pregunta se realizó en el año 1963, y los autores han sido capaces de “seguir” a estos alumnos durante cinco décadas, incluyendo su periodo escolar y gran parte de su vida adulta.
¿Y cuáles son los resultados? La respuesta es contundente. Los adolescentes que eran más pacientes han cosechado mayores frutos económicos que los impacientes. Los adolescentes con más paciencia, en primer lugar, obtuvieron mejores resultados académicos que los alumnos menos pacientes. En segundo lugar, una vez alcanzada la edad de trabajar, los alumnos más pacientes han tenido una menor probabilidad de estar desempleados y han alcanzado mayores ingresos. Finalmente, los investigadores concluyen que los adolescentes menos pacientes han tenido mayor probabilidad de tener sobrepeso, ser madres adolescentes o morir jóvenes. Es importante destacar que junto a la pregunta sobre el nivel de paciencia, en el año 1963 todos los alumnos realizaron un test para medir su capacidad cognitiva. Aun cuando se descuenta esta variable, los resultados positivos de la paciencia siguen siendo muy robustos.
No tengan ninguna duda: inculquen la virtud de la paciencia a sus hijos. El comienzo será amargo, pero los frutos serán muy dulces.