Con la celebración de la final de copa entre el Athletic y el Barcelona y la final de la Liga de Campeones la temporada futbolística se da por concluida. Los acontecimientos deportivos, además de la tremenda expectación que despiertan entre los aficionados, tienen un número importante de implicaciones, sobre todo de naturaleza económica, debido a la necesidad de preparar una infraestructura adecuada, la necesidad de contar con una mayor cantidad de mano de obra para responder al incremento de turistas, el consumo, etc.
Hasta hace relativamente corto tiempo, la mayor parte de estos macro-acontecimientos deportivos tenían lugar en los países desarrollados. Sin embargo, con la llegada del siglo XXI, los países con unas economías menos desarrolladas han comenzado a albergar este tipo de eventos de manera creciente. Escándalos de corrupción aparte, en esta última década podemos contar la Euro 2004 en Portugal, los Juegos Olímpicos de 2008 en Pekín, la copa del mundo de Sudáfrica en 2010, Euro 2012 organizada de forma conjunto entre Polonia y Ucrania, y finalmente la copa del mundo de Brasil 2014.
A menudo, surgen dudas acerca del impacto económico que estos eventos tienen sobre las economías de los países organizadores así como su sostenibilidad en el tiempo. En este sentido, el Ministerio de Deporte y Turismo de Polonia ha llevado una evaluación del impacto económico que tuvo la Euro 2012 en su país, la cual se desarrolló en las ciudades de Gdańsk, Poznań, Varsovia y Wrocław.
La inversión total que requirieron el desarrollo de las instalaciones deportivas y de las infraestructuras ascendieron a 19.8 billones de € (5.2% del PIB polaco). La mayor parte de esta inversión (90%) se destinó a infraestructuras como carreteras, aeropuertos y red ferroviaria, mientras que el 10% restante fue a parar a partes iguales al desarrollo y mejora de los estadios y de los hoteles. La cantidad estimada de esta inversión proveniente de los fondos estructurales comunitarios fue de 6.7 billones de €. Según el gobierno polaco, estas inversiones en infraestructuras se hubieran ejecutado de igual manera aunque la Euro 2012 no hubiera tenido lugar en Polonia. Sin embargo, este hecho agilizó el ritmo de las obras además de traer una no desdeñable financiación externa, por lo que la Eurocopa actuó como catalizadora del gasto en inversión.
A pesar de que a priori esta mejora en las infraestructuras podría interpretarse de manera positiva, son varios los autores que se muestran críticos con el efecto de adicionalidad derivado de la Euro 2012. Despiney y Karpa (ver artículo aquí) han observado que el valor de los multiplicadores en las 4 ciudades se encuentra en un rango de 1,13 a 1,33. El hecho de que el valor del multiplicador sea de 1,13 nos viene a indicar que un incremento de 100 millones de € en el gasto público conllevaría unos ingresos asociados de 113 millones de €.
Para poder evaluar si el hecho de albergar la Eurocopa tuvo un impacto positivo sobre el PIB nacional y sobre la generación de empleo, los autores anteriores compararon si aquellas ciudades en las que se desarrolló la Eurocopa han tenido un mejor desempeño que aquellas en las que no se desarrolló, considerando para ello el período 2005-2012, de tal manera que es posible deducir los efectos ex-ante y ex-post. Sus resultados indican que el principal efecto positivo y estadísticamente significativo es el de la infraestructura vial (carreteras). Esta inversión en construcción de carreteras produjo un efecto positivo sobre la el PIB de estas ciudades de tal forma que un incremento adicional de 1% en la red de carreteras eleva el PIB en un 0,2%. Sin embargo, y de manera sorprendente, los autores encuentran que el efecto de los ferrocarriles sobre el PIB es negativo.
En el caso del empleo, las necesidades derivadas de la creciente inversión generaron un efecto positivo durante los años 2008-2012, pero sin embargo, una vez las infraestructuras se terminaron y la competición tocó su fin, el mercado de trabajo volvió a estabilizarse en los valores anteriores a 2007, por lo que el efecto de la Euro fue imperceptible.
Naturalmente, aún quedan por conocer los efectos a largo plazo que puedan tener dichas infraestructuras sobre la economía polaca. Sin embargo, si los ingresos generados no son capaz de cubrir unos costes cada vez mayores (no sólo los de construcción, sino también los de mantenimiento de dichas infraestructuras), el efecto de la Euro podría incluso ser negativo para la economía en su conjunto, como ya ocurriera en otros eventos como las olimpiadas de Atenas en 2004.
Sin lugar a dudas, Polonia se ha visto transformada como consecuencia de la Euro 2012, pero sin embargo, este efecto ‘visual’ no es observable en el plano económico. Como ya dijera el Gert Wagner, catedrático de la Universidad Politécnica de Berlín, al finalizar la copa del mundo en Alemania en 2006, este tipo de eventos resultan ser “una gran diversión, pero no un éxito económico”.
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