En la prensa económica e industrial contemporánea parece que el tema de actualidad (o de la década) es la transformación digital de la industria. Esa transformación que nos augura una nueva era donde todos los activos productivos funcionan simbióticamente entre sí; híper-conectados y con capacidad de comunicar e interactuar de forma inteligente e instantánea.
En medio de todo esto ha surgido una especie de competencia entre diferentes formas de referirse a dicha transformación y su porvenir. Me refiero al uso de los conceptos “Industrie 4.0” e “Industrial Internet (of Things)”. Aunque de manera superficial pudiera parecer que se trata solo de labels o nombres intercambiables, en el fondo representan formas de actuar y maneras de mirar al mundo muy diferentes. Además, por mucho que un concepto pueda resultar más atractivo que otro, no necesariamente es éste el que triunfará.
Mientras que la Industrie 4.0 tiene sus raíces en Alemania, un país con fuerte espíritu de “gobernanza corporativa” y de reciprocidad entre el sector privado y público, así como entre proveedores y compradores, el Industrial Internet tiene su origen en los Estados Unidos, donde reina una mentalidad más transaccional y un afán de libre comercio (ver por ejemplo Hall y Soskice para más detalles). Esto se refleja en diferentes componentes que subyacen a los respectivos conceptos de “Industrie 4.0” e “Industrial Internet”. Donde el primero concibe las empresas como una comunidad de trabajo y un lugar productivo, el segundo ve en las empresas o fabricas un conjunto de activos a rentabilizar.
En muchos sentidos, la situación en Euskadi se presta más para fijarse en el concepto Industrie 4.0 que en el del Industrial Internet. Hay un fuerte componente industrial en su economía y muchas empresas trabajan en mercados B2B, igual que en Alemania, mientras que la economía estadounidense y los adeptos al Industrial Internet provienen más del sector TIC, financiero y B2C. Tanto la empresa como el entorno local del País Vasco inspiran muchas veces un sentido de pertenencia que genera una cohesión social, lo cual contrasta con el “footlooseness” y la movilidad que caracteriza a muchas empresas del capitalismo anglosajón. En la misma línea, hay bastantes personas en el País Vasco que ven a la empresa como el resultado de personas que se unen para realizar un proyecto grupal. Esta visión dista mucho de la forma en que el pensamiento transaccional explica la razón de ser de cualquier organización empresarial. Según el pensamiento transaccional, las empresas se forman porque es más ventajoso (o económico) ofrecer un compromiso a medio-largo plazo al personal reclutado para aprovechar una oportunidad comercial, que redactar acuerdos jurídicos específicos para cada contribución y operación necesaria. Esta filosofía ha influido claramente en el pensamiento de los países anglófonos y representa una visión mucho más instrumentalista de la empresa, donde la pertenencia se rige por fines utilitarios.
Debido a la tradición ingenieril que reina en el sector productivo vasco, existe una predilección hacia la innovación tecnológica frente a otros tipos de innovación, viendo en consecuencia las oportunidades de la digitalización en clave de fabricación. Esta misma orientación la encontramos en la Industrie 4.0 y en menor medida en el ideario del Industrial Internet, que presta más atención a la innovación no-tecnológica, en forma de nuevos modelos de negocio y en nuevas formas de contabilizar y comercializar propuestas de valor.
Precisamente porque las empresas vascas en general se sienten más cómodas con la Industrie 4.0, existe el riesgo de que quedarse en esa ‘zona de confort’ pase factura. Aunque la combinación de ’empresa como comunidad de trabajo’ e ‘innovación tecnológica’ sea más atractiva que ’empresa como lugar de computación actuarial’ e ‘innovación en métodos de venta y cobro’, para aprovechar bien las oportunidades de la digitalización industrial, es necesario avanzar también en estos últimos dos ámbitos.
Además, la manera en que se presenta la Industrie 4.0 puede inclinarse excesivamente hacia el lado tecnológico y manufacturero, áreas en las que las empresas manufactureras vascas quizás tengan menos debilidades. Sin embargo, hay indicios de que pueden existir déficits en la capacidad de innovación comercial, en las prácticas de servitización, en la monetización del valor que las máquinas y productos generan en manos de sus usuarios, y en la valoración de las propuestas al mercado desde la perspectiva de la demanda.
En definitiva, podemos prepararnos para una Industria 4.0 centrada en tecnologías manufactureras y enfocada en las relaciones entre empresas industriales, pero no debemos perder de vista que, para triunfar en el nuevo escenario, las innovaciones comerciales y las relaciones con el mercado son igualmente importantes, o incluso más.
En otras palabras, suele ser más agradable continuar en la línea de lo que uno ya domina y menos el preocuparse por asuntos que uno no controla tan bien. Pero, precisamente, lo segundo puede traer a la larga más alivio.
Bart Kamp
P.S. como canción de fondo, dejo el siguiente link:
https://www.youtube.com/watch?v=RVnPR6amHjA
Así como un extracto de los rhymes que contiene:
“If you make sure you’re connected,
The writing’s on the wall
But if your mind’s neglected,
Stumble you might fall”
…
Ojo al dato: No te conectas solo a aparatos; conéctate con el mundo!