La riqueza de los países crece cuando aumentan sus recursos, cuando son capaces de producir más con los mismos recursos, o cuando descubren nuevos productos y servicios que responden mejor a las necesidades de las personas. Estos descubrimientos son el resultado del esfuerzo y la creatividad de un conjunto de personas que desarrollan su actividad en diferentes ámbitos. Por ello, resulta muy importante entender qué factores promueven la creatividad.
El profesor Karol Jan Borowiecki ha analizado el proceso creativo de tres grandes compositores: Beethoven, Liszt y Mozart. En su trabajo, Borowiecki estudia cómo varió el estado de ánimo de estos compositores a lo largo de su vida, y si esas variaciones estaban correlacionadas con cambios en su creatividad. Para medir el estado de ánimo, Borowiecki utiliza las cartas que escribieron estos compositores. A estas cartas les aplica un software de análisis de texto que identifica el porcentaje de palabras que reflejan un estado de ánimo negativo y el porcentaje de palabras que reflejan un estado de ánimo positivo. Algunos ejemplos de palabras que denotan un estado de ánimo negativo serían dolor, pena o nervios; mientras que algunos ejemplos de palabras que reflejan un estado de ánimo positivo serían amor, alegría o bonito. A continuación, el autor identifica si existe una correlación entre el estado de ánimo y la finalización de alguna de las obras más importantes de estos compositores. La conclusión es que la mayor creatividad se produce cuando más negativo es el estado de ánimo. En concreto, la creatividad de los compositores aumentaba cuando estaban atravesando momentos de gran tristeza, como la muerte repentina de un familiar. Este resultado es similar al de trabajos anteriores que encuentran una correlación positiva entre la creatividad y la depresión.
Este resultado nos lleva a una paradoja. Para ser más creativos tenemos que ser más infelices. Sin embargo, ¿quién va a querer ser más creativo, si para ello tiene que morir de pena?