Hace algunos días, un amigo me comentó que para un viaje que iba a realizar a Japón había contratado el uso de un dispositivo que le iba a permitir tener Wi-Fi en todo momento. La verdad es que yo no sabía ni que ese dispositivo existiese. Este es un ejemplo de cómo, muchas veces, obtenemos información interesante en una conversación casual.
Las empresas son conscientes de la gran cantidad de información que tienen sus trabajadores. Para fomentar que compartan esta información, algunas empresas han decidido eliminar las barreras físicas que separan a los trabajadores, como los despachos o los cubículos, y crear espacios diáfanos donde todos puedan encontrarse con todos y así ayudar a que se produzcan conversaciones casuales. Sin embargo, ¿realmente los espacios abiertos generan más comunicación entre los trabajadores?
Para responder a esta pregunta, dos profesores de la Universidad de Harvard, Ethan Bernstein y Stephen Turban, han analizado cómo cambió el tiempo dedicado a las comunicaciones cara a cara entre los empleados de dos grandes empresas estadounidenses que remodelaron sus oficinas para tener espacios abiertos. Para realizar el estudio, pidieron a los trabajadores que llevaran un mecanismo que permitía medir cuánto tiempo hablaban cara a cara con otro compañero de trabajo. Midieron las conversaciones antes de realizar la remodelación y después de realizar la remodelación. Sorprendentemente, los autores encontraron que al crear un espacio abierto el tiempo dedicado a la comunicación cara a cara se redujo en un 70%. Al mismo tiempo, las comunicaciones entre los empleados por e-mail aumentaron, en algunos casos, hasta el 50%.
Para explicar este resultado, los autores sugieren que para que exista comunicación cara a cara también tiene que haber privacidad. Si un trabajador está en un espacio en el que puede ser observado por el resto de sus compañeros se pierde esta privacidad. Por ejemplo, un trabajador puede preferir que los de al lado no sepan lo que le quiere decir a un compañero; o que los demás no sepan si habla más con un compañero que con otro. Por ello, para preservar la intimidad, elegirá enviar un e-mail que hablar cara a cara. Como indican los autores del estudio, los espacios abiertos, en vez de generar más comunicación cara a cara, provocan que más empleados se pongan cascos y parezcan muy atareados para no tener que hablar con los demás. Por tanto, si quieren seguir aprendiendo de sus compañeros, no dejen que tiren sus despachos.