@jonmizabala

El verano es una de las épocas del año en la que más tendemos a socializar. Algunas personas optan por irse de viaje, otras optan por quedarse en su lugar de residencia pero aprovechan para pasar más tiempo en la calle, el cine, la playa, el monte, o incluso para salir a comer o a cenar, a tomar un café o una agua con misterio, etc. Al incrementar la tendencia a socializar, crece de igual manera la probabilidad de conocer nuevas personas y de que se establezcan relaciones de amistad que eventualmente puedan llegar a convertirse en relaciones de pareja estables. En este sentido, Rosenfeld y Thomas evidenciaron que las maneras más habituales en la que se forman parejas es: a través de amigos en común, en bares, en el trabajo, en instituciones educativas, en la iglesia, a través de sus familias o porque se convirtieron en vecinos.

Sin embargo, en las últimas dos décadas, y debido a la digitalización, la forma en la que nos relacionamos ha cambiado drásticamente. Internet facilita que se formen relaciones con “extraños”, es decir, con personas con las que no tenías un vínculo social previo. En este sentido, Rosenfeld y Thomas muestran cómo, en los EEUU, las citas online se han convertido en la segunda forma más popular de conocer a una pareja en la última década.

Sin embargo, uno de los estereotipos que se les atribuye a las relaciones iniciadas a través de plataformas online es que son poco duraderas, casi “de usar y tirar”. Pero, ¿verdaderamente los matrimonios creados a través de plataformas de citas online tienen una tasa de divorcio más alta que aquellos que se han producido de manera offline?

La evidencia existente en este sentido apunta en tres direcciones. Por un lado, Rosenfeld, empleando datos de HCMST (How Couples Meet and Stay Together) de los EEUU para los años 2009-2015, obtuvo que la transición del noviazgo al matrimonio de aquellas parejas que comenzaron la relación a través de citas online es más rápida que en las parejas “tradicionales”. En base a sus resultados, el 50% de las parejas que se conocieron online se casaron entre 3 y 4 años después del comienzo de la relación. Por su lado, para que el 50% de las parejas que se conocieron offline se casara se necesitaban más de 10 años de relación.

En segundo lugar, el propio Rosenfeld concluyó que no se observan diferencias en la duración de los matrimonios entre aquellos que comienzan la relación online y aquellos que lo hacen de manera más tradicional (offline). Es decir, las relaciones creadas online duran al menos tanto como las creadas offline, desafiando la creencia popular mencionada arriba.

Finalmente, Cacioppo incide sobre el grado de satisfacción del matrimonio, es decir, si el matrimonio sigue vigente, y si ambos cónyuges se muestran satisfechos con el mismo. Para ello emplearon una muestra de 19.131 matrimonios estadounidenses. Atendiendo a sus resultados, el hecho de conocer a un cónyuge online está asociado con una satisfacción matrimonial ligeramente más alta y con tasas más bajas de ruptura que si el encuentro inicial se ha producido offline. Esto se debe a que las búsquedas online hacen que se “filtren” aquellos tipos de personalidad que nos resultan más atractivos, así como aquellos que más se adecúan a nuestra propia personalidad.

Según las evidencias presentadas arriba parece ser que para establecer una relación duradera y satisfactoria resulta más eficaz invertir más tiempo en plataformas digitales que en tratar de mimetizar las formas en las que nuestros padres/madres y abuelos/abuelas solían conocerse. Tal y como recoge Rosa Fuentes, España es el quinto país europeo con más divorcios anuales. Tal vez este sea un reflejo de la aún escasa digitalización de nuestras rutinas habituales, en comparación con otros países.

Moraleja: si tienes ganas de irte de boda, y todavía cuentas con amigxs que no se han casado, no les lleves de cena o de bares, regálales una suscripción a una plataforma de citas online.

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