Este verano de 2018 he tenido la gran suerte de poder realizar una estancia de investigación en HEC Montreal. Nada más llegar a Montreal, hubo cinco cosas que me sorprendieron sobre manera:
Este último hecho hizo que durante la estancia tratara de encontrar algunas explicaciones a esta aparente paradoja… y zas! El 13 de diciembre de 2002, en la región de Quebec, en la que se sitúa Montreal, se aprobó la denominada “Ley para Combatir la Pobreza y la Exclusión Social” (Loi visant à lutter contre la pauvreté et l’exclusion sociale), con la que se buscaba poner fin a la indigencia en dicha región. Sin embargo, según el Colectivo “por un Quebec sin pobreza”, 15 años más tarde, ese objetivo no sólo no se ha alcanzado, sino que los avances registrados han sido prácticamente nulos. Si atendemos a los datos de la CIA, en Canadá el 9.4% de la población se encontraría bajo el nivel de pobreza (en España es del 21.1%). Al seguir buscando datos, me encontré con algo que me pareció ciertamente sorprendente, y es que la tasa de mortalidad infantil en Canadá es casi el doble de la española. Mientras que en España, según los datos del Banco Mundial para el año 2017, la tasa de mortalidad infantil era de 2.6 bebés por cada 1.000 nacidos vivos, en Canadá este indicador ascendía a 4.5 (el valor agregado mundial es de 29.4). Sin embargo, la tasa de mortalidad en ambos países es muy parecida (8.6 por mil en Canadá frente a 7.5 por mil en España).
Al indagar en posibles las razones que explicaran este hecho, me topé con un artículo publicado recientemente, en el que investigadores de los departamentos de arquitectura y planificación urbana de las universidades de Texas y de Utah, han colaborado con investigadores del National Cancer Institute, tratando de esclarecer si la expansión (crecimiento) urbana puede constituir una de las causas de la tasa de mortalidad. A pesar de que el artículo se centra en las áreas metropolitanas de los Estados Unidos, y a que no responde a la paradoja que yo me formulaba con anterioridad, pensé que los resultados podrían ser extrapolables a la realidad que observé en Montreal, y de interés para las personas que nos siguen en Ekonomiaren Plaza.
Como muchxs de nuestrxs lectorxs conocerán, son varios los factores que tienen una incidencia directa en nuestra esperanza de vida, como el nivel de educación, la localidad en la que residimos, u otras características sociodemográficas, conductuales y ambientales modificables como el tabaquismo, la obesidad, la densidad del tráfico debida a la dependencia del automóvil derivada a su vez de la deficiente accesibilidad del transporte público, o la mala calidad del aire. Muchos de estos factores están también relacionados con el nivel de expansión urbana, un tipo de patrón de desarrollo muy característico de la América del Norte.
Los resultados del artículo muestran como el nivel de expansión urbana y la tasa de mortalidad están directamente asociados, a pesar de que los mecanismos de causalidad entre ambos no estén claros, debido a que entran varios factores no incluidos en el estudio, como la velocidad del tráfico, los tiempos de respuesta de las llamadas a los servicios de emergencia, el hecho de contar con seguros privados, el nivel de desarrollo y accesibilidad de los servicios de salud, el tipo de alimentación, etc. A su vez, se observa cómo la obesidad es más alta en las zonas que han sufrido una elevada expansión urbana que en aquellos condados que aún se mantienen más “compactos”, como consecuencia de los reducidos niveles de actividad física y del tipo de vida sedentario en las primeras. De igual modo, las áreas metropolitanas con niveles más bajos de expansión exhiben menores concentraciones de ozono y partículas tóxicas que inciden de manera directa en la mortalidad. Las tasas de delincuencia y violencia son también menores en áreas compactas, debido al aumento de la “vigilancia” social que se deriva de una mayor cohesión de la comunidad. También se muestran evidencias de que las tasas de homicidio y las tasas de mortalidad por tráfico son más altas en las ciudades que en poblaciones más pequeñas.
Aproximadamente la mitad de la población mundial vive actualmente en ciudades, y las proyecciones de las Naciones Unidas sugieren que el 60% de la población mundial residirá en zonas metropolitanas urbanas en el año 2030. En Euskadi, tenemos tres capitales de provincia entre las cuales suman un poco más de medio millón de habitantes (Bilbao 345.110, Donostia 186.370, Vitoria-Gasteiz 246.976), lo cual representa aproximadamente un cuarto de la población vasca, por lo que estamos lejos de los patrones observados en los Estados Unidos o en Canadá. Sin embargo, a pesar de que pudiera parecer que los problemas derivados de una excesiva urbanización no pudieran afectarnos, sí hay varios indicadores que muestran cómo nuestros estándares de vida están cambiando y convergiendo hacia el modelo norteamericano.
Resulta necesario que continuemos adaptándonos a las tendencias que se observan en arquitectura y planificación urbana, como los movimientos de construcción ecológica que tratan de aunar objetivos ambientales y sociales, promoviendo a su vez un diseño saludable e inclusivo para la ciudadanía. Pero tampoco olvidemos cuál es el estilo de vida que nos he llevado a ser como somos, porque no todo lo que viene de fuera es necesariamente mejor.
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