Desde hace algunos años está creciendo la atención para casos de “back-shoring”; término que refiere a la acción de repatriar actividades empresariales (normalmente manufactureras) que previamente se llevaron hacia el (lejano) extranjero -también llamado “off-shoring”.
Sobre todo, los EE.UU. y el Reino Unido se han puesto manos a la obra en este ámbito. Mientras los Estados Unidos cuentan con la agencia “Reshore Now”, el Reino Unido tiene su “Reshoring UK”. Curiosamente se trata de dos países que a) se han desindustrializado mucho en las ultimas décadas, y b) han visto un pronunciado off-shoring de actividades fabriles hacia otros continentes. En el caso de los EE.UU. esto se junta con el actual discurso del “Made in USA”, proporcionando un contexto en el cual una política explicita de conseguir casos de back-shoring encaja muy bien.
Entre los catalizadores que se menciona típicamente para que este fenómeno se produzca, encontramos:
Hasta aquí muy bien, ¿pero se está realmente produciendo un proceso de back-shoring? ¿Hay pruebas sustanciales de ello y cuál es su magnitud?
Gracias a un interés mutuo en esta cuestión por parte de la SPRI y la unidad de desarrollo industrial de Naciones Unidas, hemos podido hacer una investigación al respecto este año.
En base a un sondeo de gran escala entre casi 500 empresas vascas industriales hemos visto lo siguiente:
El back-shoring ocurre, pero es más una excepción que una regla o algo que se está intensificando.
Para poner unas cifras concretas: Euskadi cuenta con más de 200 empresas que tienen alguna sede productiva en el extranjero y de ese conjunto solamente 8 han tenido alguna experiencia de back-shoring desde comienzo del siglo. Por lo tanto, hablamos de menos del 4% sobre el total.
De la misma manera, el conjunto de sedes fabriles en el extranjero que las empresas vascas manejan se acerca a las 600 unidades. De nuevo, desde principios de siglo solamente 12 han sido objeto de back-shoring, dando otra vez un porcentaje por debajo del 4%.
Estas observaciones están en línea con hallazgos de investigadores del Austrian Institute of Technology y el Fraunhofer Institute en base al European Manufacturing Survey y con un estudio reciente en los Países Nórdicos.
En cuanto a los motivos que explican dichos casos, ni el coste de la mano de obra ni el nivel tecnológico ni el argumento “Made in” parece ser el más determinante. En lugar de esto destacan los siguientes motivos:
En el fondo, lo que se observa es que el “acceso al mercado” y “la calidad del mercado in situ” cuenta mas que el “acceso a factores de producción” (y que sean de bajo coste y/o disponible a gran escala). De la misma manera vemos que la posibilidad de reorganizar y de internalizar la cadena de producción vale más que el acceso a la tecnología en un lugar u otro. Respecto a este ultimo punto nos quedamos también con la impresión de que es verdad que Euskadi es un lugar vanguardista en cuanto a la adopción de practicas de manufactura avanzada y el diseño de “Factories of the Future”. Pero esto le da ventajas de cara a lugares como la India y diferentes países de América Latina y no tanto vis-à-vis China que también está apostando fuerte por las tecnologías productivas. Consiguientemente, los casos de back-shoring desde China tienen que ver típicamente con circunstancias del mercado, mientras que las repatriaciones desde países como Turquía o Brasil tienen que ver más con la inseguridad en el marco institucional.
Es posible que de cara al futuro el back-shoring aumente en intensidad, aunque es más probable -según el sondeo realizado- que la incorporación de tecnologías del espectro Industria 4.0 eviten una mayor ola de off-shoring. En cualquier caso: el modo de internacionalizarse entre las empresas vascas se caracteriza por la prudencia y la “meditación”. Lo cual también implica que una vez se tome la decisión de implantar una fabrica en el extranjero, esta es una decisión y una actividad con vistas de perdurar en el tiempo. La internacionalización en base a “rolling factories” y un abre y cierra de fabricas no es para nada lo típico entre las empresas vascas. Por consecuencia, una vez que haya un compromiso productivo con un país/mercado lejano la opción del back-shoring no se impone tan fácilmente.
Bart Kamp