En octubre participé en la última edición del TCI que es un evento donde siempre acuden muchas asociaciones clúster. Hice una presentación que analizaba si entre las empresas vascas que están afiliadas a clústeres había más propensión a acometer acciones de backshoring (véase el post anterior) que entre las empresas vascas que no son miembros de clústeres.

Para eso, utilicé datos recopilados vía una investigación conjunta con la SPRI sobre la relación entre el uso de tecnologías Industria 4.0 y backshoring vimos lo siguiente. En primer lugar, pude observar que las empresas afiliadas a clústeres son más activas en el uso de diversas tecnologías del ámbito de Industria 4.0. También pude ver que las empresas vascas que son miembros de algún clúster esperaban -más que las otras empresas- que el uso de las tecnologías de manufactura avanzada podría llevar a repatriar actividades productivas a casa (o sea: backshoring). Además, entre las empresas “clusterizadas” había mayor consenso de que el uso de esas tecnologías podría producir un efecto disuasorio sobre la posibilidad de deslocalizar actividades fabriles fuera del País Vasco (o sea: offshoring).

En paralelo, constaté que las empresas vascas afiliadas a clústeres cuentan promedio con más sedes productivas en el extranjero que las empresas “no clusterizadas”. Por lo tanto, de entrada, son más activas en hacer offshoring. Asimismo, vi como las empresas vascas que son miembros de clústeres no se alían más que la media con proveedores vascos de tecnologías manufactureras y digitales. Más bien al contrario, ya que, al contar con más sedes productivas fuera, serán las que más varían su red de proveedores digitales y tecnológicos; también desde el punto de vista geográfico.

Esto resulta ciertamente curioso ya que se suele asociar el concepto clúster con temas como aprovechar ventajas de aglomeración en la tierra de origen, arraigo con el lugar donde fueron creadas las empresas, mayor confianza en partners con quienes se comparte una proximidad física y cultural. En fin, los clásicos argumentos de los geógrafos económicos cuando explican el auge y funcionamiento de los distritos industriales y otros fenómenos económico-territoriales, y las externalidades positivas que éstos generan.

¿Como explicar entonces estos resultados que pueden parecer algo contradictorios o desafiantes?

La explicación para dar sentido a esta aparente paradoja se halla probablemente en la capacidad de moverse en diferentes entornos que las empresas internacionalizadas desarrollan y la mayor actividad relacional que les da la internacionalización, sobre todo si incluye la apertura de plantas productivas en el extranjero. Cosa que observamos más entre las empresas vascas “clusterizadas” que las “no clusterizadas”. Por consecuencia, las empresas vascas afiliadas a clústeres tienen más oportunidades de desarrollar una facilidad para integrarse en redes o cadenas de valor en diferentes entornos: particularmente en el extranjero. Del mismo modo puede ser que los clústeres atraen a las empresas más maduras en sentido tecnológico y/o en cuanto al afán de internacionalizarse, y que la afiliación a un clúster propulsa sus miembros a desarrollarse más rápido en el ámbito tecnológico y/o internacional. Consiguientemente, los miembros de asociaciones clúster tendrían más propensión a formar parte de cadenas de valor extranjeras y a apoyarse en proveedores extranjeros para la incorporación y el desarrollo de nuevas tecnologías.

Sin duda, un tema que puede ser estudiado con más profundidad, siguiendo las pistas de anteriores trabajos en este ámbito.

Bart Kamp