El curso académico 2019/2020 ya he llegado a su fin. Ya se ha cerrado la convocatoria ordinaria, y sólo queda por celebrar la convocatoria extraordinaria, lo cual en nuestro caso tendrá lugar entre el 18 y el 27 de junio. Por ello, con este post cerramos también el curso académico en Ekonomiaren Plaza, a donde volveremos en septiembre de 2020.
De manera creciente, las Universidades en general, y las escuelas de negocio como Deusto Business School en particular, han incorporado la ética empresarial, la responsabilidad social corporativa y la sostenibilidad económica y medioambiental en sus currículums, tanto a nivel de grado como de postgrado. De hecho, conceptos como el “triple bottom line” (la necesidad de obtener y equilibrar los beneficios económicos, sociales y medioambientales) son comúnmente empleados en nuestras aulas. Sin embargo, cuando las escuelas de negocio tratan temas como la ética empresarial, la responsabilidad social corporativa o la sostenibilidad, éstas se centran generalmente en ofrecer los fundamentos teóricos de un razonamiento ético/responsable/sostenible, capacitando a los estudiantes a reconocer, analizar y abordar los problemas éticos al tiempo que optimizan los intereses de las partes interesadas. Es decir, la ética empresarial, la sostenibilidad, etc. han sido adaptadas a los conceptos, teorías y principios empresariales, y no viceversa.
La literatura ha demostrado que una dependencia excesiva en los principios empresariales, que enfatizan cómo maximizar el interés propio en lugar de maximizar el interés social, puede producir un efecto adverso en la toma de decisiones éticas de los estudiantes. Dado que las escuelas de negocio aspiran a educar a los líderes y gestores actuales y futuros, facultar a los estudiantes para que sean capaces de tomar decisiones justas y sostenibles cuando se enfrenten a dilemas éticos sigue por lo tanto siendo una preocupación importante.
Un trabajo reciente sugiere que trabajar las emociones en el aula puede resultar clave a la hora de contribuir a resolver este dilema, evidenciando que cuando las emociones personales están implicadas, los estudiantes de las escuelas de negocio tienden a tomar decisiones o a mostrar comportamientos más éticos. Dicho trabajo se centra en analizar el impacto de dos tipos de emociones, las emociones morales y las hedónicas. Mientras que las emociones morales desencadenan fuertes respuestas afectivas y tendencias de acción prosocial, las emociones hedónicas capturan lo agradable/desagradable, lo que representa el estado afectivo que es relevante para el bienestar del yo.
Los investigadores que lideraron el anterior estudio analizaron el comportamiento de 217 estudiantes de grado y postgrado de una escuela de negocios de Hong Kong, a quienes les proporcionaron tres escenarios de dilemas éticos. En el primer escenario, un gerente se enfrentaba a la decisión de tener que ejecutar un proceso de estampación por la noche para maximizar las ganancias, a pesar de que con ello liberaría ruido nocturno y polvo al medio ambiente. En el segundo, un estudiante en el mercado laboral recibía una oferta de trabajo atractiva, pero esto se debía a un error por parte del reclutador, quien había creído erróneamente que el estudiante tenía un historial académico excepcional, cuando ese no era realmente el caso. Por último, el tercer escenario representaba una situación de soborno, en el que el gerente de una empresa se enfrentaba a la opción de pagar a la persona que podría allanar el camino para que su empresa pudiera operar en un mercado emergente.
Tras conocer cada escenario, los participantes debían calificar en qué medida tomarían una decisión ética o poco ética, valorándola en una escala de 6 puntos, siendo el 1 (en absoluto) y el 6 (en gran medida). A su vez, los participantes debían elegir de entre una lista de emociones aquellas tres que mejor representaran su estado afectivo al tomar sus decisiones. Las emociones morales incluían la vergüenza, maldad, culpabilidad, remordimiento y pena, mientras que las emociones hedónicas incluían el sentirse activo, alegre, encantado, entusiasmado, emocionado, feliz, interesado y alegre. Tras elegir sus tres emociones respectivas, los participantes también debían calificar la intensidad de las mismas, usando para ello la misma escala de 6 puntos mencionada con anterioridad.
Sus resultados evidencian que las emociones morales fueron asociadas positivamente con decisiones éticas, mientras que las emociones hedónicas se asociaban negativamente con la toma de decisiones éticas. A su vez, observaron que la asociación positiva entre las emociones morales y la toma de decisiones éticas era más fuerte para los estudiantes de grado que para los estudiantes de postgrado, lo que refleja que un mayor nivel de educación tiende a debilitar la relación positiva entre las emociones morales y la toma de decisiones éticas.
Estos resultados tienen una implicación importante, no sólo sobre la necesidad de trabajar las emociones en el aula, sino también sobre las competencias necesarias que debemos tener los docentes para poder formar a los futuros líderes empresariales en valores éticos, sociales y medioambientales. ¡¡¡Ya tengo plan de lectura para este verano!!! ¡¡¡Felices vacaciones y nos vemos en septiembre!
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