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Valores culturales y formas de responder a la Corona-crisis: lo que el modelo de Hofstede nos puede enseñar

A finales de julio participé en un webinar de UNICAES donde traté de poner en perspectiva las reacciones de gobiernos y sociedades de diferentes países ante el Corona-virus (para ver los slides, pincha aquí).

Para la ocasión, me apoyé en el modelo de Geert Hofstede (recién fallecido y que en paz descanse) que ayuda a explicar el comportamiento de grupos de personas de respectivos países según las puntuaciones de dichos países sobre seis dimensiones culturales. Esas dimensiones son: Distancia jerárquica, Individualismo, Masculinidad, Control de la incertidumbre, Orientación a largo plazo e Indulgencia. Durante mucho tiempo el modelo se sustentaba en las primeras cuatro dimensiones, hasta que Hofstede añadió las últimas dos. Para entender su esencia: puede haber culturas donde -por ejemplo- la orientación al largo plazo tiene mucho arraigo y se ve muchas iniciativas vanguardistas en temas de sostenibilidad (energía renovable, uso de transporte público, reciclaje) y otras donde esa orientación es menos desarrollada y se puede traducir en menos propensión a cuidar el medio ambiente. Lo interesante es que Hofstede ha constatado que esos “valores culturales” también tienen efectos de derrame sobre otras cuestiones.

Consiguientemente, el modelo de Hofstede permite comparar y explicar porqué en ciertas culturas (o naciones) se tiende a buscar soluciones muy diferentes a un mismo problema que en otras culturas (o naciones).

Obviamente, en el contexto del COVID-19 las medidas adoptadas no han sido igual en todas partes. Como se ve aquí, hay mayor o menor contundencia y amplitud en el despliegue de medidas según países. A la vez, las reacciones de las respectivas poblaciones a las medidas que les incumbían tampoco han sido iguales.

Postulaba durante aquel webinar que tanto las medidas implementadas por los gobiernos en los respectivos países (como representantes del pueblo), así como el cumplir (o no) por parte de la población con esas medidas, son reflejos de lo que culturalmente se considera una respuesta adecuada o aceptable.

A partir de allí miré a las puntuaciones que diferentes países obtienen sobre las primeras cuatro dimensiones del modelo de Hofstede, así como a diversas publicaciones recientes (como esta o este) que analizan el impacto de la cultura nacional sobre la actitud de sus gobiernos y ciudadanos ante la crisis actual.

¿Qué sacamos de ese ejercicio? Pasando la revista a las cuatro dimensiones iniciales del modelo Hofstede podemos destacar lo siguiente:

Las formas en que ciudadanos y gobiernos intentan controlar la incertidumbre que la pandemia supone, es claramente relacionable con factores culturales. Esa incertidumbre es un concepto relativo y hay culturas -como la china- cuyos miembros se sienten más cómodos que otros ante una indefinición de su futuro (China tiene una puntuación muy baja en la dimensión “control de la incertidumbre”). Consiguientemente, los chinos sienten menos inquietud durante un confinamiento y tampoco sienten tanta angustia ante la falta de una (re)solución. Francia es un país que representa el otro extremo (tiene una puntuación muy alta sobre la dimensión “controlar la incertidumbre”): se caracteriza por una cultura con mayor inquietud e incomodidad ante la inseguridad y mayores expectativas de medidas contundentes para resolver las incógnitas. Fíjense que Francia es uno de los países que más ha empleado un tono combativo ante la crisis y ha proclamado grandes planes de relocalización industrial en un intento de mostrar a sus ciudadanos que se está empleando a fondo. China, por el contrario, ha sido muy silenciosa respecto a sus quehaceres, tanto hacia el mundo externo, como -probablemente- hacia su propia población. Una mención aparte merece países como Bielorrusia que también tiene una altísima puntuación sobre la dimensión “controlar la incertidumbre” y que ha apostado por una receta típica de culturas que prefieren no lidiar con la incertidumbre: el negacionismo.

La siguiente dimensión distingue entre culturas donde los gobiernos están en un pedestal (por haberse auto-situado allí y/o porque los ciudadanos sienten una veneración hacia poderes superiores) y las que se caracterizan por una proximidad y accesibilidad del gobierno para los ciudadanos. Esto es, por ejemplo, el caso de China que tiene una alta puntuación en cuanto a la distancia jerárquica (gran distancia entre los que tienen poder y los que no). Esto se traduce en ideas como que el Estado sabe lo que es bueno para el pueblo y es el Estado quien tiene que tomar las riendas y resolver los problemas que afectan a todos. En el otro lado encontramos a un país como Suecia, con gran tradición de implicar a los ciudadanos en la política y con mucho respeto para principios de subsidiariedad. No siempre comprendida desde fuera, la cercanía de la clase política respecto a la sociedad es un ingrediente clave para explicar la aparente laxidad sueca en cuanto a imponer reglas estrictas durante el COVID-19 ya que confía en la obligación recíproca y el contrato social que une a sus ciudadanos.

La siguiente dimensión es la del individualismo. En culturas con una puntuación baja en esta dimensión, tomando otra vez a China como ejemplo, se ve que hay una alta probabilidad de que todos sigan las mismas reglas de juego; reglas que son típicamente marcadas por las autoridades (en un caso como China, esto se ve reforzado por su alta puntuación en distancia jerárquica). En el otro extremo encontramos a culturas con altas puntuaciones sobre la dimensión del individualismo, como pueden ser los Países Bajos. Tal puntuación se traduce -entre otros- en un mayor análisis crítico y personal de la información que circula sobre la pandemia, y una tendencia de tomar sus propias responsabilidades y decisiones ante dicha cuestión.

La última dimensión que consideramos aquí es la masculinidad y se refiere a la preferencia de repartir medios y soluciones en base a meritocracia (incitando a la competencia y posiblemente creando una brecha social entre “haves” y “have nots”) o en base a principios del estado de bienestar (cfr. feminidad) en pro de atender a todos, de cooperar y actuar con mayor grado de inclusividad. De forma estructural esto se traduce en países que cuentan sobre todo con un “sistema de sanidad privada” (como en los Estados Unidos) versus otros con amplios “servicios de salud pública” (Europa continental, por ejemplo). También se traduce en número de Covid-tests por millón de habitantes y en ¿quiénes tienen acceso a dichos tests? (sobre todo VIPs y otros privilegiados, o el público en general). Finalmente se nota también en la forma en que algunos gobiernos dan signos de querer “atracar” proveedores de vacunas a golpe de talonario y ponerlas solo al servicio de los suyos, mientras que otros instan a (sus) empresas farmacéuticas a poner sus eventuales soluciones a disposición de todo el mundo.

Conclusión: aunque el virus al que nos enfrentamos es idéntico, las respuestas pueden variar. Es más: puede que haya respuestas que técnicamente sean mejores que otras, pero que en ciertas culturas no funcionarían porque los implicados no lo interpretarían como justo, lógico o acorde a sus valores. Por lo tanto, hay ciertas medidas cuyo diseño o combinación sólo se entiende mirando a las puntuaciones culturales del país que emite dichas medidas para entender su porqué.

Desde luego, para profesionales y estudiantes en ciencias políticas y de negocio internacional, así como para (futuros) sociólogos; el modelo de Hofstede supone una interesante herramienta para analizar y modular las posturas que se adoptan en diferentes partes del mundo ante fenómenos mundiales como la actual pandemia.

 

Bart Kamp

Temas

Hausnarketa eta eztabaida gure errealitate ekonomikoaz /Reflexión y debate sobre nuestra realidad económica

Sobre el autor

"Donostiako Deustu Business Schoolen eta Lehiakortasunerako Euskal Institutoan, Orkestra-n, dihardugun lau unibertsitate irakasle eta ikertzaile gara. Blog hau sortzera bultzatu gaituena zera da: modu ulerterraz, zorrotz, kritiko eta burujabean egindako hainbat gai ekonomikori buruz gogoetak plazaratzea, gai horiek gure bizitzan eta gu parte garen gizartearenean eragin handia dutelakoan". --------------------- "Este blog pretende reflexionar sobre diferentes cuestiones económicas que nos afectan como personas y como sociedad, de una manera divulgativa, rigurosa, crítica e independiente. Somos cuatro profesores que desarrollamos nuestra actividad académica en la Deusto Business School en su campus de San Sebastián y en el Instituto Vasco de Competitividad, Orkestra. Blog sobre economía de Asier Minondo, Iñaki Erauskin, Bart Kamp y Jon Mikel Zabala".


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