A continuación del relato sobre “¿Hay capital en el País Vasco para hacer crecer a sus start-ups?”, pongo el foco en el fenómeno del “corporate venturing” y su presencia en Euskadi.
El corporate venturing se puede entender como toda forma de inversión (monetaria o no) por parte de una empresa establecida en entes externos (en particular start-ups), que tiene por fin contribuir a la creación de nuevas capacidades y negocios para que dicha empresa establecida puede posicionarse mejor en mercados a futuro y/o competir mejor en dichos mercados. Como tal, el corporate venturing no tiene que conllevar una participación en el capital del partner externo. El programa Connect + Develop de Procter & Gamble sería un ejemplo de esto. Para sintetizar diferentes formas de corporate venturing, la siguiente figura visualiza de qué maneras se puede manifestar (cortesía de María Domingo Roldan). Como se ve, la inversión en un ente externo es la versión más rigurosa del concepto corporate venturing. Para algunos ejemplos de tales inversiones, véase este overview de DSM.
Desde un punto de vista académico, este esquema guarda gran similitud con la tricotomía de Transaction Cost Economics (TCE) que distingue, en cuanto a relaciones inter-empresariales, entre: (1) relaciones de mercado (compras ad hoc, muchas veces de productos estandarizados, sin necesidad de repetir transacciones entre un actor y otro), (2) relaciones en red (donde dos entes cooperan en el desarrollo de un producto, aplicación o tecnología, cuya relación es más duradera en el tiempo y con mayor grado de adaptación entre las partes para acoplar sus respectivos modus operandi y construir una alianza estratégica), y (3) la internalización (uno de los dos actores integra al otro en su organización, normalmente por medio de una adquisición, para que el integrado trabaje en exclusividad para el comprador).
Curiosamente, mientras que la internalización es la máxima expresión del corporate venturing desde la perspectiva de la empresa compradora, desde el punto de vista de una start-up, esta opción puede suponer su “game over”. Es decir: para la start-up puede significar renunciar a sus posibilidades de servir libremente a todo tipo de clientes y de crecer de forma exponencial (como expliqué en el artículo del 15/2/22. Ante esta tesitura conviene distinguir entre start-ups que son creadas por (i) ‘emprendedores en serie’ y que pueden buscar ese efecto de “build to be bought”, y start-ups que son lideradas por (ii) ‘first-time entrepreneurs’, a saber, profesionales que están experimentando su primera aventura emprendedora.
¿Qué sabemos sobre el corporate venturing y las relaciones entre empresas establecidas y start-ups en Euskadi?
En primer lugar, y basándonos en la muestra del “Observatorio DayOne de Start-ups en Iberia” vemos que las start-ups de Euskadi obtienen en promedio un 8% de su financiación de empresas establecidas (empresas no-financieras). Entiendo que este promedio se basa puramente en participaciones parciales en el capital de start-ups y no considera start-ups que cuentan con el 100% de su capital en manos de empresas establecidas (casos de take-over e internalización). Un ejemplo de este tipo dentro del País Vasco podría ser SAVVY, que a día de hoy cuenta con una participación de Danobat Group y Fagor Automation en su accionariado, mientras que sigue prestando servicios a terceros.
Ese 8% está en línea con el resto de la Península Ibérica. Para el conjunto de la muestra el promedio es del 7%. Como dato de interés, la Comunidad Foral de Navarra es la C.A. con mayor porcentaje para esta fuente de financiación de las start-ups. Nada menos que un 14%.
Otro punto de referencia para saber más sobre el estado del corporate venturing en Euskadi es la iniciativa BIND 4.0. Como se lee en el website de esta iniciativa, BIND 4.0 conecta y prepara a startups disruptivas y empresas líderes de la industria para que, colaborando juntas, creen soluciones innovadoras, aceleren la transformación digital y aumenten la competitividad empresarial. De acuerdo con la figura de arriba y la tricotomía de TCE, esto se puede traducir (1) en una experiencia donde la empresa establecida actúa como launching customer o “Venture Client”. A consecuencia, esta relación se puede quedar en (a) una única experiencia conjunta y que los partners sigan luego su propio camino, o dar lugar a (b) una relación de proveedor-cliente que continúe en el tiempo y que lleve a la empresa establecida a comprar periódicamente a la start-up un servicio o producto más o menos estandarizado. También puede llevar a una situación en la que (2) se genera una cooperación firme y duradera de cara al co-desarrollo de soluciones customizadas. También puede llevar la empresa establecida a (3) entrar en el capital de la start-up o internalizarla por completo. Sobre todo si la empresa establecida se da cuenta que necesita el tipo de servicio prestado por la start-up, y que prefiere disponer de ello en exclusividad.
¿A qué ha dado lugar la iniciativa BIND 4.0 hasta la fecha (en términos de “exits” o salidas del tipo 1a, 1b, 2 o 3) y qué tipo de start-ups han participado (distinguiendo entre tipo “i” o “ii”)? La verdad es que no lo sé, pero para saber más sobre el panorama del corporate venturing en Euskadi sería interesante que tal evaluación tome en cuenta las formas de segmentar las opciones del presente texto.
En este sentido, seria relevante también mirar si hay empresas establecidas que repiten participación o que acometen inversiones en/cooperaciones con start-ups por otras vías, porque el corporate venturing es una actitud, una apuesta longitudinal, y no un one-shot operation.
Bart Kamp
P.S. disculpas por el exceso de anglicismos.