Jon Mikel Zabala Iturriagagoitia

En 2016 ya escribí un post con este mismo título (puedes leerlo aquí). En el mismo, argumentaba cómo las búsquedas que hacemos en Internet reducen nuestra capacidad crítica, ya que limitamos el alcance de dichas búsquedas a los primeros resultados que obtenemos en las mismas. Desde 2016, el panorama de las búsquedas por Internet se ha transformado radicalmente con la introducción de la IA generativa (IAg). Por lo tanto, ahora que hemos terminado con el curso académico 24/25, me parecía oportuno volver a revisar la literatura para, más allá de la percepción subjetiva que yo pueda tener tras estar con el alumnado en clase durante todo el curso, analizar si las nuevas herramientas de IAg nos están haciendo (a nosotros y a nuestros estudiantes) también menos críticos y más confiados en los resultados (también sesgados) que estas nos ofrecen.

El último trabajo que he encontrado en este sentido es un artículo escrito por investigadores de las Universidades de Cambridge (Reino Unido) y de Carnegie Mellon (Pennsylvania, EEUU), y de Microsoft. Los autores del estudio preguntaron a 319 profesionales de diferentes áreas de conocimiento (desde programación hasta marketing) cómo usaban la IAg en su día a día y si creían que eso afectaba su forma de pensar. Recopilaron 936 ejemplos reales de uso y analizaron cuándo las personas ejercían su propio pensamiento crítico y cuándo, en cambio, se limitaban a aceptar los resultados generados por la IAg.

Uno de los resultados a los que apunta el estudio es que la IAg tiene un doble filo. En primer lugar, concluye que aquellas personas que confían en la capacidad de la IAg tienden a pensar de manera menos crítica. Por el contrario, quienes confían más en sus propias habilidades son más propensas a cuestionar, corregir y mejorar los resultados ofrecidos por la IAg. En segundo lugar, se observa que el tipo de esfuerzo cognitivo requerido está cambiando de manera preocupante. Antes de que existiera la IAg, el esfuerzo cognitivo radicaba en comprender para poder crear. Ahora, el esfuerzo cognitivo se está reorientando hacia la verificación, la adaptación y la mejora de los resultados generados por la IAg. Es decir, ya no somos tanto creadores como editores.

El estudio evidencia que las personas que sí aplicaban su propio pensamiento crítico al usar la IAg lo hacían principalmente porque buscaban: mejorar la calidad de su trabajo, evitar consecuencias negativas (p.e., errores en documentos legales o informes médicos), y aprender para no depender totalmente de la tecnología. Sin embargo, también identificaron un conjunto de obstáculos que nos previenen de pensar críticamente cuando usamos la IAg. Por un lado, existe una importante falta de conciencia sobre los riesgos de depender de ella, ya que muchas personas, o bien ni siquiera consideran necesario cuestionar los resultados ofrecidos por la tecnología, o bien carecen de las habilidades necesarias para poder valorar si la respuesta ofrecida es correcta o no. A su vez, cuando el trabajo urge, como suele ser en el contexto de los trabajos universitarios que se postponen hasta el último día, se tiende a aceptar lo que ofrece la AIg, sin mayor criterio ni reflexión (y luego pasa lo que pasa, claro).

Una preocupación importante es que, si dejamos de practicar el pensamiento crítico en las tareas cotidianas, corremos el riesgo de que esta habilidad se deteriore, con las consecuencias que ello puede tener a nivel social. De hecho, en 2018 ya se publicó el primer estudio en el que se apuntaba a que el coeficiente intelectual de las personas nacidas entre las generaciones que van de 1980 a 2015 había bajado siete puntos (el denominado efecto Flynn inverso). Por ello, resulta fundamental rodearse de personas críticas y curiosas que estimulen nuestro intelecto, que desafíen nuestro razonamiento y que nos hagan preguntas para las cuales no vamos a poder encontrar una respuesta, sino que la respuesta solo la obtendremos si la generamos nosotros mismos. Esta es precisamente la lógica que empleamos en la elaboración de los trabajos fin de grado que los estudiantes deben desarrollar en Deusto Business School, y que defenderemos en esta semana. Si te interesa saber más sobre los mismos, ¡las puertas están abiertas!