En mis colaboraciones en este blog, en el que intento presentar en un lenguaje divulgativo las características singulares o problemas de la economía vasca, hoy voy a recoger no los resultados de un trabajo propio, sino los de un veterano analista de la economía vasca: Alberto Alberdi Larizgoitia, que acaba de publicar, en la Dirección de Economía y Planificación del Gobierno Vasco, un interesante trabajo de título Crecimiento, competitividad, progreso técnico y distribución de la renta: análisis de la economía vasca desde 1980 y expectativas hasta 2015. En parte por ser una publicación no conocida por el gran público y en parte también porque en algunas de sus partes Alberdi utiliza un lenguaje un poco técnico y el trabajo es un poco largo, sus importantes y, en ocasiones, no habituales mensajes pueden pasar desapercibidos. Por eso he pensado que sería útil proceder a su divulgación con este post; aconsejo, no obstante, a todo interesado en la economía vasca con una mínima formación económica, que acuda directamente al original (clic aquí), para disfrutar de toda la riqueza y los matices que Alberdi impregna a sus trabajos.
Simplificando, los temas que trata Alberdi podrían agruparse en dos grandes grupos: por un lado, los relacionados con el crecimiento del PIB y de la productividad, y su estudio mediante la contabilidad del crecimiento; por otro lado, los relacionados con empleo, costes laborales, rentabilidad empresarial y distribución de la renta. Por limitaciones de espacio, mi exposición se centrará en los segundos, pues me permiten completar algunos análisis efectuados en anteriores posts (véase aquí y aquí).
Con respecto a los costes laborales, al igual que hacía en mi post antes citado, Alberdi también encuentra que los costes laborales nominales unitarios crecen en la CAPV y España mucho más que Europa antes de la crisis; y que, mientras que en España la pérdida de competitividad que de ello se deriva comienza a ser corregida desde que estalla la crisis, gracias a los crecimientos de productividad que se consiguen merced a la destrucción de empleo, en la CAPV los costes laborales nominales unitarios sólo comienzan a reducirse a partir de 2010, y además a un ritmo mucho menor (véase Gráfico 1). En efecto, cuando con la crisis el PIB de España y de la CAPV pasa a tener crecimientos negativos o muy pequeños (de magnitud muy similar), la economía española responde con fuertes reducciones del empleo, mientras que en la CAPV, al comienzo de la crisis (2009 y 2010), parte del ajuste, en lugar de tener lugar despidiendo trabajadores, tiene lugar reduciendo el número de horas trabajadas por operario (cosa que también sucede en Alemania). Pero ese modelo se agota pronto, y la CAPV pasa a inclinares decididamente por la destrucción de puestos de trabajo.
Gráfico 1: Evolución de los costes laborales nominales unitarios (Base 2005 UE-15 = 100)
Fuente: Extraído de Alberdi (2013)
Ese notable crecimiento de los costes laborales nominales unitarios ha sido compatible con una alta rentabilidad del capital en la CAPV, que, aunque se reduce un tanto con la crisis, “se mantiene ‒según Alberdi‒ en niveles relativamente altos”. Alberdi encuentra que a lo largo del período ha tenido lugar una redistribución de renta contraria al mundo del trabajo (excepto en los primeros años de la crisis, entre 2007 y 2011). Esa redistribución de renta contraria al trabajador no significa que el nivel de vida o los salarios reales de los trabajadores haya empeorado; sino que, con relación al conjunto de la renta generada en la economía, la parte que a ellos les corresponde disminuye. Esa compatibilidad entre mejora en los salarios reales y empeoramiento en la distribución de la renta de los asalariados se puede visualizar con un sencillo ejemplo. Imaginemos que estamos en un país, en el año t, en el que el PIB está compuesto solo de 4 panes, de los cuales los trabajadores reciben 2 en compensación por su trabajo y otros 2 los propietarios de los medios de producción. Y supongamos que en el período t+1, en el que no varía el empleo, debido a mejoras de productividad el PIB de ese país pasa a ser de 12 panes, y que de ellos 4 van a manos de los trabajadores y 8 a manos de los propietarios de los medios de producción. Pues bien, los salarios reales de los trabajadores han aumentado (han pasado de 2 a 4 panes), pero la parte que corresponde a los trabajadores en el total del PIB ha disminuido (ha pasado del 50% ‒2 de los 4 panes‒ al 33% ‒4 de los 12 panes).
Gráfico 2: Tasa de rentabilidad bruta del capital productivo
Fuente: Extraído de Alberdi
Conviene señalar que rentabilidad del capital no es lo mismo que rentabilidad empresarial. Alberdi calcula la rentabilidad del capital a partir del excedente bruto de explotación. Pero hay otros factores (intereses, amortización, impuestos…), además del beneficio empresarial, que entran dentro del excedente bruto de explotación. Para tener una idea de lo que sucede con la rentabilidad empresarial resulta necesario trabajar con datos de balances y cuentas de resultados de las empresas. Para España, es la Central de Balances del Banco de España la que facilita algunos datos al respecto (véase aquí y aquí); y para la CAPV, Eustat proporciona también ciertos datos (véase aquí). La ventaja que presenta la primera respecto a la segunda es la mayor actualidad de los datos, que llegan hasta 2012 inclusive. De ellos se desprende que ha tenido lugar una significativa reducción en la rentabilidad empresarial, pero que, aun así, a diferencia de lo que sucedió en la crisis de la primera mitad de los noventa, la rentabilidad que obtienen las empresas de su inversión en el activo sigue siendo positiva y supera claramente la del coste de sus recursos ajenos, de modo que las empresas españolas (especialmente las grandes, que son las más internacionalizadas), siguen teniendo apalancamientos financieros positivos.
Según Alberdi, el modelo de crecimiento vasco ha sido tradicionalmente un modelo dirigido por los beneficios, a diferencia del español que ha estado dirigido por los salarios. Alberdi caracteriza del siguiente modo el modelo vasco dirigido por los beneficios: “una economía pequeña, con fuerte sector industrial y muy abierta al exterior, en la que los avances de la productividad son moderados, pero en la que se produce un cambio significativo en la distribución de la renta a favor del excedente eso facilita la competitividad exterior, la financiación de la acumulación de capital a través de mayores beneficios y como consecuencia de todo ello se potencia la generación de empleo” (p. 42). Y Alberdi advierte: Lo que no es posible es pretender cambiar ahora a un modelo de crecimiento dirigido por los salarios y por los estímulos fiscales al consumo, porque no respondería ni a las condiciones estructurales de la economía vasca ni a las posibilidades de actuación de un sector público sujeto al proceso de consolidación fiscal impulsado desde Europa y desde el Estado y más cuando el ajuste en curso en el sector público vasco en 2013 va a tener un impacto recesivo claro. La endogeneidad del modelo vasco de crecimiento nunca ha descansado en la demanda interna (…), sino en la competitividad de un importante sector industrial que primero mejoró su eficiencia y ahora sus procesos de innovación para hacer realidad esa segunda gran transformación.” (p. 50)