¿Eres demasiado desordenado? En lugar de un archivador, ¿tiene montones de carpetas a rebosar de papeles? ¿Tienes papeles con notas por todos sitios y tus cajones están llenos de tarjetas de presentación sueltas? Bienvenido al club, tranquilo, no estás sólo.
Socialmente hemos sido educados para pensar que el desorden es malo e improductivo, tanto a nivel individual, como a nivel organizativo. Si tienes tus cosas desordenadas nunca las vas a encontrar, vas a perder mucho tiempo en encontrarlas, vas a perder documentos que son importantes, etc. Expresiones clásicas de nuestro ideario popular. Pero… ¿y si la ciencia evidencia que el desorden no es un síntoma de dejadez, sino que en realidad es reflejo de una capacidad creativa?
Esta es la pregunta a la que ha intentado dar respuesta un equipo de investigación liderado por la psicóloga Kathleen Vohs. Para probar esta hipótesis, se eligió a 188 personas adultas a las que se dirigió de manera aleatoria a habitaciones que estaban ordenadas o desordenadas, con papeles y libros o bien ordenados o esparcidos al azar. Una vez que cada persona estaba en una de las habitaciones, se les presentaba un menú de una tienda de delicatessen que servía batidos de frutas, del que tenían que elegir aquel que consideraran que era más saludable. La mitad de los batidos de dicho menú estaban anunciados como ‘clásicos’ y mientras que la otra mitad reflejaba que se trataba de productos ‘nuevos’. Los resultados de su investigación revelaron que cuando los sujetos estaban en la sala ordenada optaban por uno de los productos categorizados con la etiqueta de ‘clásico’ con una probabilidad doble que los que tenían la etiqueta de ‘nuevo’. Por su parte, cuando los sujetos estaban en la habitación desordenada tendían a optar por los batidos categorizados como ‘nuevos’ con una probabilidad doble que las de los batidos ‘clásicos’.
En un segundo experimento se ubicó a 48 adultos en las dos mismas habitaciones (la ordenada y la desordenada), pidiéndoles que crearan una lista de usos no convencionales para pelotas de ping pong. A pesar de que los dos grupos propusieron la misma cantidad de ideas, los autores del estudio encontraron que a los sujetos a los que se les ubicaba en un ambiente desordenado se les ocurrían ideas un 28% más creativas que a los ubicados en la habitación ordenada. Parece razonable por tanto concluir que la preferencia por el orden puede pasar por alto el hecho de que el orden también tiene costes de oportunidad, como obligar a los empleados a dedicar un tiempo valioso a mantener un entorno ordenado que, de otro modo, podría emplearse por ejemplo en generar nuevas ideas de proyecto.
En este sentido, Eric Abrahamson y David H. Freedman escribieron hace unos años un libro en el que argumentaban acerca de algunos de los beneficios que tiene el desorden. En dicho libro reflejan cómo en contra de las creencias populares, el hecho de tener un escritorio desordenado en realidad podría ser reflejo de un sistema de priorización y acceso a la información altamente efectivo, ya que las pilas de desorden representarían depósitos de “cosas que se pueden ignorar de manera segura”. Es decir, si parece basura, tal vez sea porque no es lo suficientemente importante como para perder el tiempo archivándolo.
Desde mi punto de vista, de los estudios anteriores se pueden extraer algunas conclusiones aplicables al entorno laboral. En primer lugar, no todos los trabajos requieren de pensamiento creativo (p.e. un quirófano), por lo que el valor añadido de los entornos desordenados no parece ser del todo aplicable a todo tipo de trabajos. En segundo lugar, los resultados anteriores indican que el estar en un entorno desordenado nos hace más abiertos a explorar la novedad. Por tanto, los empleadores no deberían sobrevalorar el orden en todas las tareas de la organización (p.e. en el departamento de diseño o el de marketing), porque el desorden puede ser la fuente para ayudar a generar soluciones creativas a los problemas a los que se enfrente la organización. Por último, las empresas deberían aprovechar las posibilidades que ofrece la creación de espacios creativos que ayuden a los empleados a proponer nuevas líneas de trabajo que puedan ayudar a diversificar e innovar la cartera de productos de la empresa, así como a generar ideas que puedan solucionar algunos de los problemas de la empresa.
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