Jon Mikel Zabala Iturriagagoitia
En un momento en que los desafíos ecológicos, sociales y económicos se entrelazan con una desafección política y con una creciente distancia entre ciudadanía e instituciones, Gipuzkoa ha dado un paso decidido para reforzar la legitimidad de sus políticas públicas, abriendo la toma de decisiones a la ciudadanía mediante procesos de democracia deliberativa. De la mano de Arantzazulab, Telesforo Monzón Herriginitza, y Deliberativa, en 2022 Gipuzkoa comenzó un proceso de participación ciudadana deliberativa con el objetivo de ofrecer una respuesta a un reto propuesto por la Diputación Foral de Gipuzkoa, y generar un conjunto de recomendaciones para orientar la acción pública. En dicho proceso participaron 32 personas, que conformaron lo que se denominó Asamblea Ciudadana de Gipuzkoa (Gipuzkoako Herritarren Batzarra), y que fueron seleccionadas por sorteo, asegurando criterios de diversidad (edad, género, nivel educativo, idioma, lugar de residencia y hábitos de consumo local).
Tras un trabajo técnico y político con múltiples agentes, la Diputación Foral de Gipuzkoa propuso la siguiente pregunta: ¿Cómo podemos garantizar la actividad agraria en Gipuzkoa para hacer frente a la emergencia climática? Esta cuestión refleja una tensión central de nuestras sociedades. Mientras quienes trabajan en el mundo rural enfrentan crecientes dificultades para mantener su actividad, la agricultura, la ganadería y la gestión forestal tienen un papel clave tanto en nuestro bienestar social, como en la mitigación y adaptación al cambio climático. La relevancia de esta pregunta radica en la misión que se definió en el año 2022 en Gipuzkoa, la cual persigue que en 2040, Gipuzkoa cuente “con un sistema alimentario sostenible, saludable, accesible y competitivo, que maximice el potencial de la producción local y promueva el consumo responsable, proyectando la cultura e identidad del territorio”.
Durante cuatro fines de semana, entre noviembre de 2022 y enero de 2023, estas 32 personas profundizaron durante 40 horas en el conocimiento del sector primario y la emergencia climática gracias a aportaciones de expertos/as y profesionales directamente vinculados al ámbito agrario. Si tienes interés en consultar los temas abordados, así como los materiales que se compartieron con esta representación ciudadana, puedes hacerlo aquí.
Como resultado, acordaron nueve recomendaciones para responder a la pregunta inicial, todas respaldadas por amplias mayorías entre el 78% y el 100%. Estas recomendaciones fueron presentadas por escrito el 14 de enero de 2023 a los representantes de la Diputación Foral de Gipuzkoa en una sesión celebrada en las Juntas Generales de Gipuzkoa. En marzo de 2023 la Diputación respondió a cada recomendación de manera detallada, comprometiéndose a acciones concretas en cada una de ellas, con presupuestos asignados y cronogramas definidos. Como resultado de dicho análisis, la diputación estructuró las 9 recomendaciones recibidas en un total de 40 acciones concretas (puedes consultar todos los detalles aquí).
Desde entonces, la Diputación ha realizado sesiones públicas de seguimiento en noviembre de 2023 y junio de 2024, permitiendo a los participantes evaluar el grado de cumplimiento de las 9 recomendaciones. La última de estas sesiones de seguimiento tuvo lugar el pasado 30 de mayo de 2025, en la que se compartió que la mayoría de las recomendaciones ya han sido implementadas total o parcialmente, y se mostró cómo los compromisos adquiridos se extienden hasta 2028.
Los participantes en esta última sesión de seguimiento reflejaron cómo la Asamblea Ciudadana de Gipuzkoa ha representado mucho más que un ejercicio de participación simbólica. Ha implicado cambios reales en políticas públicas, articulación entre departamentos institucionales, activación de redes sociales y económicas del territorio, y una mayor proximidad entre ciudadanía e instituciones. Además, el proceso ha demostrado que la deliberación ciudadana no solo es viable, sino también eficaz para abordar desafíos estructurales como el planteado por la propia Diputación.
Esta experiencia demuestra que, en tiempos de polarización y desconfianza, abrir espacios para la deliberación entre iguales se revela como una poderosa herramienta de regeneración democrática. El reto ahora es que esta experiencia piloto no se quede en anécdota, sino que permita incluir estas prácticas en parte habitual del funcionamiento democrático. Porque una democracia más inclusiva no se construye solo con urnas, sino con más voz, más diálogo y más voluntad de escuchar.