Para escribir este post le he pedido a una amiga que trabaja como profesora en una de las ikastolas en las que estudié, el horario de clases de 4º curso de Educación Secundaria Obligatoria. Todos los días, los alumnos tienen seis bloques de asignaturas. El orden en que se imparten las asignaturas no es siempre el mismo. Por ejemplo, en uno de los grupos, la asignatura de matemáticas se imparte el lunes a segunda hora, el martes a primera hora y el viernes a la sexta hora. Lengua y literatura se imparte el martes a segunda hora, el miércoles a última hora, el jueves a cuarta hora y el viernes a primera hora. ¿Es eficiente que asignaturas como matemáticas o lengua se impartan en horas diferentes a lo largo de la semana? Según, un estudio de Nolan G. Pope, de la Universidad de Chicago, la respuesta es no.
El profesor Pope ha analizado las calificaciones de matemáticas y de inglés (lo que es equivalente a nuestra asignatura de lengua y literatura) de aproximadamente 500.000 alumnos de secundaria de la ciudad de Los Ángeles durante el periodo 2003-2009. El profesor recogió las calificaciones en matemáticas y en inglés de los alumnos que tenían clase de estas asignaturas en alguna de las dos primeras horas de la mañana, y la de los alumnos que tenían clase de estas asignaturas durante la quinta o la sexta hora. En la muestra que utiliza Pope, los alumnos siempre tenían la clase de matemáticas y de inglés a la misma hora y con el mismo profesor durante todo el curso. Los resultados del estudio son que los alumnos que tenían clases durante las primeras horas obtuvieron mejores calificaciones en matemáticas y en inglés que los alumnos que tenían estas asignaturas durante las últimas horas. Sin embargo, las diferencias entre los alumnos de las primeras y de las últimas horas fueron mayores en matemáticas que en inglés. La razón fundamental para explicar las diferencias en los resultados es que tanto los profesores como los alumnos están más cansados durante las últimas horas que durante las primeras horas, y el cansancio repercute negativamente tanto en la calidad de la docencia, como en la capacidad de aprendizaje. Sin embargo, el estudio también muestra que el efecto negativo del cansancio es mayor en algunas asignaturas que en otras.
¿Qué recomendaciones podemos extraer de este estudio? El estudio sugiere que debemos situar a la mañana las asignaturas donde mayor es el impacto negativo del cansancio (por ejemplo, las matemáticas) y más tarde aquellas asignaturas donde el impacto negativo del cansancio “mental” es menor (por ejemplo, educación física). Como normalmente hay más de un grupo por curso, para poder realizar esta reordenación los distintos profesores de secundaria del área de ciencias deberían impartir a primera hora de la mañana la asignatura de matemáticas, donde el efecto del cansancio sobre el rendimiento es mayor. Si esta reordenación no es posible, para que no haya discriminación, al menos todos los grupos deberían tener el mismo porcentaje de clases de matemáticas a primeras y a últimas horas.