Alberto Moyano
El programa de Teledonosti ‘La ciudad se mueve’ abordaba el pasado jueves la supuesta crisis del turismo guipuzcoano, en una entrega que podía figurar como la segunda parte o complementaria del debate celebrado hace dos semanas, en torno a si las instituciones nos proporcionan la cultura que merecemos. En los dos programas, conducidos por Juan Velázquez y Álvaro Bermejo, los intentos del representante de la Diputación –Imanol Agote en el primer caso y Ángel Irastorza en el segundo– intentaron convertir el debate en una sesión de chill out y hay que decir que lo hicieron con idéntica falta de éxito. En los dos debates, hubo un par de invitados que arrolló a los representantes institucionales –bien echando mano de argumentos, bien con lugares comunes o algún que otro exabrupto–. Y es que más allá de lo gratificante que pueda resultar contemplar desde el sofá y con una birra en la mano cómo se vapulea a un político –cualqjuier político– con mando en plaza, los debates resultan clarificadores en cuanto a las insaciables espectativas de los ciudadanos, a la hora de exigir. A veces, con razón y otras, a lo loco. De hecho, en los dos programas se han disparado reproches basados en a) el Kursaal está vacío la mayor parte del año (falso); b) En San Sebastián no hay vida nocturna porque las instituciones lo han impedido (falso); c) la programación teatral donostiarra no incluye los estrenos de obras de compañía guipuzcoanas (falso) o –la gran ficción de moda– d) Gipuzkoa ya es toda ella una sola ciudad (falso). Guipúzcoa no conforma una gran ciudad. Probablemente, no llegará a serlo a medio plazo y no se entiende la razón por la que se repite la falacia una y otra vez. Muchísimo más cerca de eso ha estado siempre eso que se ha venido en llamar Gran Bilbao, que tanta gracia ha hecho siempre a los que ahora se apresuran a trasplantar el invento a Gipuzkoa, sin mucho éxito, diría yo.