Alberto Moyano
El tema es interesante, los personajes fuman extradordinariamente bien, el blanco y negro es impecable, las interpretaciones están repletas de sutileza y, sin embargo, ‘Buenos días y buena suerte’ es un peñazo importante.
Se ha dicho que es una película valiente y lo será, pero no se sabe muy bien por qué. La película de George Clooney arroja una mirada absolutamente ortodoxa sobre unos acontecimientos históricos y pegada a lo que se suele llamar la versión oficial. Que el senador McCarthy mintió, chantajeó, fomentó la delación y estimuló los peores instintos de un país con instintos muy malos es algo fuera del debate. Y para que nadie se confunda la película se encarga de recalcar una y otra vez que el protagonista, Edward R. Murrow, “es un americano leal”.
Por lo demás, todo es previsible: el director de la cadena CBS se siente presionado y presiona; el director del programa es cómplice del presentador, quien a su vez, aguanta la dura situación y se mantiene incorruptible; y el periodista acabado al que ha abandonado su mujer, efectivamente, se suicida. Por si la obviedad del mensaje no ha quedado clara a lo largo del metraje, la película se remata con un discurso que constituye la epifania del énfasis.
Se ha dicho que todos los estudiantes de periodismo deberían ver la película. En rigor, sería innecesario, además de una anacronia similar a la que cometen los jugadores de la Real –profesionales hechos y derechos con muchos años de entrenamiento– cuando anuncian que esta semana estudiarán en Zubieta cómo se defiende un córner.