Alberto Moyano
Decían antiguamente los profesores que el dolor es el mejor maestro.
Obviamente, estaban equivocados. El mejor maestro es el miedo. ‘Crash’
aborda desde varias perspectivas cómo afecta al comportamiento de los
habitantes de las grandes ciudades en estos comienzos del siglo XXI.
Frente a la escuela que sobrevalora las grandes interpretaciones
–adelgazó veinte kilos para hacer el personaje, vivió tres semanas en
un ataúd para meterse en el papel, saltó desde un puente sin permitir
que le doblara un especialista… y cosas por el estilo– ‘Crash’
reivindica las potencialidades de un guión (casi) redondo, interpretado
en este caso de forma simplemente correcta, pero no inolvidable.
La película aborda temas como el racismo, la frustración, la soledad y
la neurosis urbana a través de los actos de los personajes, muy pocas
veces con discursos y cuando éstos aparecen, son pertinentes dentro de
la historia general que encierra el guión.
‘Crash’ tiene la virtualidad, además, de resituar otros títulos del
género, como la sobrevalorada ‘Grand Canyon’ de Lawrence Kasdan o
‘Vidas cruzadas’, en la que Robert Altman traicionaba minuciosamente
los relatos de Raymond Carver.