Alberto Moyano

Hoy la prensa estaba la mar de entretenida. Decía Fernando Savater en
‘El País’ que todo esto es una victoria de la sociedad sobre ETA, pero
no de toda la sociedad, sólo de una parte, formada entre otros
sectores, por “los periodistas que tuvieron que irse de Euskadi porque
no les dejaban vivir, y no los que se quedaron haciéndose los valientes
porque criticaban a la Guardia Civil”. Tiene toda la razón.
Personalmente, no me he dado por aludido porque si bien es cierto que
me he quedado aquí a vivir, nunca me he hecho el valiente, desde luego,
no tanto como para criticar a la Guardia Civil.
En el mismo periódico, Pablo Ordaz me dejaba un tanto preocupado. Desde
el anuncio del alto el fuego han pasado ya treinta horas. En ese
tiempo, he cogido cinco autobuses y he entrado en dos bares y,
francamente, no he oído a los usuarios y parroquianos ni una
palabra  sobre el tema. El reportero de ‘El País’ aseguraba que
“ayer, sin embargo, en los bares y los autobuses –aunque sin alharacas
impropias de la tierra– no se hablaba de otra cosa”. Y concluía:
“Quizás sea esa la señal de que el fin del miedo está cerca”. Pues va a
ser que no porque de lo único que llevo todo el día oyendo hablar, una
y otra vez, una y otra vez, una y otra vez, es sobre la Real. ¿Será que
no estoy aquí? ¿Será que mis autobuses no son reales?
Algo parecido le pasó ayer a María Teresa Campos. El anuncio del alto
el fuego el miércoles hizo que su programa fuera sustituido por un
programa especial a cargo de Susana Griso y Roberto Arce. Sin embargo,
la presentadora se cachondeaba hoy de que un periódico ha publicado la
audiencia que su programa tuvo el miércoles.
 ¿Qué no se emitió? Ya, bueno, ¿y qué más da?