TERESA FLAÑO
Tenemos un alcalde propenso a los gestos. Está claro que le gusta. Odón
Elorza se disfraza de obispo o cardenal –no sé muy bien porque con los
rangos eclesiasticos me pasa como con los militares que hay ocasiones
en las que me confundo y no recuerdo quién tiene más cargo–,acompañado
de sus concejales Denis Itxaso, Ernesto Gasco y Enrique Ramos como
masculinas tenistas cuales Navratilovas, para animar a los donostiarras
a disfrutar del Carnaval. Es el primero en brindar con cava –me imagino
que catalán para apoyar a su amigo Joan Clos–, por el anuncio del alto
el fuego de ETA –la operación de marketing le salió estupenda porque
apareció en todos los informativos del mediodía entre numerosos
comentarios pseudo sesudos de analistas que saben de todo–, y así
muchas veces más desde que es alcalde. Por eso creo que sería muy
coherente de su parte que se apuntara a la lista para posar desnudos
ante el fotógrafo Spencer Tunic. Sería una manera de animar al pueblo
donostiarra a participar, porque aquí el topless lo temos aceptado
–aunque costó porque todavía me acuerdo de una carta al director de DV
hace muchos cuando se estaba debatiendo si se permitía o no en la que
el remitente se preguntaba que iba a pensar el Sagrado Corazón desde
Urgull cuando viera a las mujeres en tetas–, pero ir a posar todos
juntos en pelota picada me parece que nos va a costar bastante más. Sí
le da corte, sus animosos concejales pueden acompañarle.