Alberto Moyano

‘La ciudad se mueve’, anoche en Teledonosti, proponía un doble menú a
base de entrevista a la directora de infraestructuras del Gobierno
Vasco, Mirari Arruabarrena, y sesión de llamadas de espectadores para
quejarse. Así, en general. Álvaro Bermejo abrió con banderillas para
recordar a la responsable institucional todas las deficientas que el
territorio arrastra en materia de transportes y comunicaciones. “La
última infraestructura que se ha creado por aquí es el tren txu-txu”,
lamentó el escritor. Arruabarrena le dio la razón y luego se puso muy
didáctica en sus explicaciones sobre el tren de alta velocidad y la Y
griega vasca.
La segunda parte del programa abrió los teléfonos a los espectadores y
sentó en la mesa a algunos contertulios habituales del programa. El
desnivel desproporcionado entre los ingresos medios de un joven
donostiarra y los gastos que implica vivir en la ciudad centró buena
parte de las intervenciones, sin olvidar la entrada de la variante por
Carlos I y otros accidentes locales.
El ejercicio de apalear dialécticamente a los políticos en cargo
público es en democracia intrínsecamente saludable. Nos engañamos, sin
embargo, si utilizamos el ritual de apaleamiento para lavarnos las
manos. Si el metro cuadrado de vivienda donostiarra está a un millón de
pesetas se debe, sin duda, a muchas decisiones políticas. Y también a
que muchos creen que lo vale y en consecuencia, lo pagan.