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Alberto Moyano

El jukebox

A Günter Grass le crece la cebolla

Alberto Moyano

Tras la revelación de su antigua militancia en las SS, Günter Grass ha
dejado de ser el referente moral de la Alemania de postguerra para
convertirse en un personaje atormentado, o mejor, tortuoso, digno de
una novela de Joseph Conrad. Una especie de Lord Jim, por poner un
ejemplo.
Apenas unos meses después de que el autor de ‘El tambor de hojalata’
regalara al ‘Frankfurter Allgemeine Zeitung’  la exclusiva de sus
jugosas memorias y, en concreto, las de su militancia juvenil en la
orden de la calavera, el escritor anuncia ahora que demandará a ese
mismo rotativo por publicar dos cartas personales. En las misivas,
fechadas en 1969 y 1970 y dirigidas a un ministro socialdemócrata,
Grass anima al político a revelar su pasado nazi porque sería una
«tormenta purificadora» para Alemania. Sobre la publicación de las
cartas, el director del ‘Frankfurter’ asegura que éstas eran públicas
ya que forman parte de una tesis doctoral conservada en archivos.
Cuando Grass tituló ‘Pelando la cebolla’ sabía lo que se hacía.
Efectivamente, cuanto más capas quitas más ganas dan de llorar. Más
allá de la bronca en torno a la publicación de estos dos escritos, todo
este follón ha pulverizado la imagen de un Günter Grass monolítico,
unívoco, con criterio moral infalibre. En su lugar, emerge un tío
convulso, escindido en por lo menos dos partes, contradictorio y falaz.
Humano, demasiado humano, y muy parecido, en resumen, a cualquiera de
los pobres diablos a los que durante tanto tiempo ha atormentado con su
sabiduría.
¿Cabe imaginar el conflicto interior de un hombre que con una mano
anima a un correligionario a desvelar su pasado nazi, mientras que con
la otra oculta tenzamente al SS que fue en su juventud? Sí, sí cabe,
pero da una inmensa lástima. Eso sí: su talla como escritor en absoluto
se ha visto afectada por el escándalo. Bueno, no sé, digo yo.


octubre 2006
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