Alberto Moyano
Una lectura detenida de los múltiples informaciones, reportajes y
artículos que sobre el proceso se publican en la prensa de hoy ha
contribuido enormemente a que, a por fin y tras una semana de
confusión, las cosas se clarifiquen. Aquí van varios, ejemplos:
– Cuando el presidente Zapatero anunció que el proceso sería «largo,
duro y difícil» estaba expresando más un deseo que un augurio.
Finalmente, se ha demostrado que la elección de estos tres adjetivos
–con ecos a título del hardcore gay– no fue arbitraria.
– El sostenimiento a partir de ahora de la teoría de que afirma que
Batasuna es ETA se antoja poco menos que imposible, a la luz del
desconcierto que la segunda ha sembrado en la primera.
– De la misma forma, Josu Urrutikoetxea no podrá ser juzgado tras su
detención como dirigente de ETA porque el proceso ha dejado
meridianamente claro que ETA va dirigida por otros.
– La rapidez de reflejos no es la virtud más valorada entre las bases
de la izquierda abertzale a la hora de elegir a sus dirigentes, como lo
demuestra el hecho de que tras la explosión de Madrid, a alguno de
ellos considere que ETA aún no da por roto el alto el fuego.
– En política antiterrorista, los peores augurios son siempre la mejor
opción. La trayectoria del PP lo demuestra, incluso en el 11-M, cuando
sus dirigentes olvidaron este principio incuestionable. Por ejemplo:
quien anuncie que Al Quaeda volverá a cometer un magno atentado contra
EE UU es el que más posibilidades tiene de acertar, a la corta o a la
larga, dado que Alá es grande y su tiempo, infinito.
– A pesar de la tregua, el estado de derecho nunca ha bajado la
guardia. Hoy mismo, por citar un ejemplo, ‘El Mundo’ informa de que
«los servicios de inteligencia dan por hecho que la banda
responsabilizará al Ejecutivo de la ruptura del alto el fuego». Para
que luego digan.
– A pesar de la obviedad de los sesudos análisis de los servicios de
inteligencia descritos en el punto anterior, hay que decirlo: se
equivocan. De hecho, ETA culpabilizará igualmente al Gobierno VAsco, al
PNV, a EA, a IU, a Aralar, y, probablemente, a algunos sectores de
Batasuna. Hay precedentes.
– Todo esto parece arrojar una conclusión clara: el proceso no está
muerto, tan sólo sufre una enfermedad venérea, ciertamente en su fase
terminal, fruto de los tocamientos, dobles penetraciones, lametones y
prácticas coprofágicas a los que ha sido sometido durante los nueve
meses de embarazo.