Alberto Moyano
En su infinita capacidad para reinventarse sin dejar por ello de pifiarla ni un sólo año, la gala de entrega de los Premios Goya dio anoche un nuevo paso hacia el absurdo. El truco de retrasar media hora la retransmisión televisiva de la entrega de los galardones para evitar así los momentos aburridos de la ceremonia no sólo evidenciaba poquísima fe en la organización del acto, sino que estaba condenado al absurdo.
Y efectivamente, así fue. De hecho, cuando aún faltaban tres cuartos de hora para la conclusión de la gala y un buen puñado de premios por entregar -entre ellos, algunos de los más importantes, como mejor director y mejor película- el teletexto de la propia cadena ya informaba de que ‘Volver’ era la gran triunfadora de la noche -con cinco Goyas, entre otros, el de mejor dirección y mejor película-, y que siete ‘cabezas de pintor’ se habían otorgado a ‘El laberinto del fauno’.
Por lo demás, la ceremonia fue igualmente aburrida, el estilismo, en general, bastante infecto y el supuesto humor, una colección de astracanadas. Por lo demás, Najwa Nimri estuvo tan fuera de lugar como cabe esperar de ella.
Y si ‘Volver’ es la mejor película española del año, casi mejor que se ahorren los llamamientos a apoyar a la cinematografía nacional.