Alberto Moyano
Subido en su propia chepa de la suerte, el presidente Zapatero lanza
una propuesta para rediseñar las parrillas televisivas de aquí a marzo,
a base de una batería de debates bilaterales: él contra Rajoy, su
vicepresidenta contra Zaplana, Rubalcaba contra Acebes y Solbes contra
Cañete.
La propuesta, tal y como está planteada, carece de interés. Dada la
tendencia al despilfarro en autoayuda que presenta el presidente, el
único debate verdaderamente enconado sería el que le enfrentara a su
propio ministro de Economía o, en su defecto, a José Bono. Por lo
demás, los dos partidos mayoritarios coinciden en suprimir el impuesto
sobre el patrimonio, en destinar el 0,7% del PIB a la ayuda para el
desarrollo y en aplastar a los terroristas, punto este último que no
sólo comparten ambas fuerzas entre sí, sino también con todos y cada
uno de los gobiernos que en este país han sido.
Rajoy, por su parte, ha reaccionado con enorme sagacidad y,
evidenciando que sólo ve Teledeporte, ha aceptado con la condición de
que los debates se celebren en terreno neutral, es decir, Tele 5,
Antena 3 y Cuatro. A juicio de Mariano, TVE no es imparcial o, al
menos, no tanto como cuando gobernaba el PP y se condenaba por mentir a
su jefe de informativos. En este punto, Zapatero parte con la ventaja
de saber que algunas cadenas son de izquierdas –es decir, del PSOE–,
otros son de centro –es decir, anti-PP– y el resto sólo quieren
mantener una relación cordial con el poder que, hoy por hoy, él mismo
ostenta.
Probablemente, sólo el diario ‘Gara’ está en condiciones de ofrecer a
día de hoy esa imparcialidad a prueba de bomba que tanto anhela Rajoy,
quien, por otra parte, transmite la inequívoca sensación de padecer un
ataque de pereza ante todo esto.