Alberto Moyano

La puesta a la venta mañana a las 10 horas de las entradas para el
concierto de Bruce Springsteen el 15-J en Donostia desatará esta
noche  las primeras colas, concentradas probablemente frente a la
Fnac ante las bajas de Carrefour y Bilintx, esta última, ante la
posibilidad de que los compradores bloqueen la calle Fermín Calbetón en
plena jornada santotomasera. Así, la cola nocturna se prevé tan larga
que, convenientemente ataviados de rojo sus integrantes, podría emular
las mejores performances de una Maider López, por decir un nombre.
Y sin ánimo de dar ideas, es difícil reprimir la imaginación y
sustraerse al cálculo de cuánto se llevaría una banda –de delincuentes,
por supuesto– convenientemente organizada si se pasara por la 
nutrida cola a última hora de la madrugada para recaudar, mediante
coacción y dios sabe qué otros procedimientos infames, el dinero que
los pacientes compradores llevarán en esos momentos encima, dado que el
pago ha de realizarse en metálico.
Y por seguir con las actividades económicas curiosas, recordar que la
implantación extensiva de los últimos adelantos informáticos en materia
de  venta de entradas para espectáculos conlleva dos fenómenos
curiosos: las colas son más largas que nunca y la venta anticipada ha
pasado de ser más barata a ser más cara.
La culpa la tienen, por un lado, la desconfianza atávica de los
usuarios hacia las nuevas tecnologías en cuestiones relevantes 
–desconfianza sustentada en una larga experiencia en materia de webs
bloqueadas y en teléfonos comunicando– y por otro, los gastos de
distribución, un ingenio mecánico que permite a sus inventores
embolsarses unos millones de nada a cambio de algo, seguramente
imprescindible, aunque difícil de definir. Ya lo cantaba el Boss:
‘Lucky Town’, sí, pero también ‘The price you pay’.