Alberto Moyano
Los cerca de 44 millones de euros guipuzcoanos destinados a Lotería y un gasto medio por Navidad que, situado en los 900 euros, duplica al de una familia media alemana desmienten las encuestas que hablan de problemas para llegar a final de mes, despejan los temores a una recesión económica y cuestionan la pertinencia del ‘baby-cheque’, así como cualquier otra ayuda indiscriminadaa.
Probablemente, las damas y caballeros que se embarcan en pateras para llegar a Europa sólo aspiran en su modestia a la supervivencia económica, la atención sanitaria, los servicios sociales y el consumismo superfluo. Pero ignoran lo mejor, nuestro auténtico y secreto artículo de lujo: esa paz de espíritu y esa tranquilidad de conciencia que permiten compaginar el ejercicio del despilfarro con la ecología, el saludo efusivo con el rechazo a la hipocresía, el gasto innecesario con la militancia anticonsumista y la paternidad responsable con el monocultivo intensivo de hijos de la hiperabundancia. Esta esquizofrenia de conjunto es lo que conocemos como el arte de sentirse bien.
Al hilo de todo esto, un grupo de líderes sociales se asoma hoy a las páginas de DV para marcar tendencias a base de relatar sus mejores Nochebuenas y sus proyectos para ésta. Casos como el del párroco de San Vicente, que relata cómo una vez convirtió una habitación -esperemos que individual- de Matía en un infierno con villancicos y globos al que inclusó se sumó el personal médico, o el de Ainhoa Arteta que describe lo que parece un protocolo de tortura cuyos ingredientes son cincuenta personas comiendo “sin parar” hasta el amanecer y rematando la velada con unos madrugadores chocolates con churros que no evitarán un almuerzo navideño a base de cordero, castañas y turrones, resumen e ilustran el fenómeno que, pase lo que pase, está aquí para quedarse.