Alberto Moyano

Bajo de nombre de clara inspiración paleolítica, comienza mañana la Feria del Erotismo en un Kursaal donostiarra que ve así cómo, incluso tras la desaparición de DFoto, no decae la temperatura cultural de la ciudad.

Impulsada por una pastelería erótica -¿y cuál no lo es?-, la feria aprovecha la llegada de Doña Cuaresma para ofrecer un amplio surtido de clásicos: aceites, objetos de fetichismo y masaje, lencería, el consabido concurso fotográfico y la inevitable sección de charlas y debates. Sin embargo, quizás algunas expectativas se vean defraudadas.

Y es que en lo alto del programa se sitúa Dinio -cuyo único mérito conocido en este terreno es haber visitado los interiores de Marujita Díaz-, su gemelo y un ex concursante de ‘Gran Hermano’. Algo así como invitar a los supervivientes de ¡Viven! al congreso Lo mejor de la Gastronomía. Para los más osados, se anuncian una salas hot en las que se llevarán a cabo espectáculos eróticos en vivo de alto contenido sexual, pero que, a tenor de lo que vamos sabiendo, difícilmente superarán lo acontecido en las duchas de la Real una día cualquiera.

Por decirlo claramente, la feria atufa a cochambre, quincalla y purgaciones, pero no por eso dejen de visitarlo. Bajo una primera lectura inevitablemente mercantilista, se asoman objetos de noble alcance: “Romper con la idea de que los vascos reciben con reticencia o frialdad este tipo de eventos”. Al menos, eso dicen los organizadores. De hecho, estamos consiguiendo elevar a industria emergente el cliché de que los vascos no follamos, un lugar común que hizo fortuna y que ya cuenta por sus ferias, sus chistes y sus programas de televisión. Para que luego digan que falta brío empresarial. Ya quisieran otros, ya.