Alberto Moyano
Bajo el título de ‘Stop de Euskal Herria al sionismo ¡no a Noa!’, el miembro de Askapena Ruben S. Bakaikoa publica hoy un artículo en el que pide el boicot a la actuación que la cantante israelí ofrecerá el viernes en el Leidor tolosarra. “Cuando ahora pedimos boicotear a Noa, pedimos boicotear a Israel”.
La cuestión no es nueva. Fermin Muguruza, por poner un ejemplo, también ha sido objeto de boicots varios y aunque el artículo cita el ejemplo de la selección surafricano de rubby en tiempos del apartheid, el airecillo que inspira estas actuaciones viene de muy atrás. Entre los pioneros figuran las organizaciones cubanas del exilio de Miami que se oponen, de forma más o menos violenta, a la actuación en EE UU de artistas residentes en la isla.
El articulista pide a la cantante israelí que “luche contra el aniquilamiento del pueblo palestino y que deje de ser embajadora cultural del Estado de Israel”, aunque no explica cómo podría hacerlo.
No deja de resultar absurdo que el lugar de origen de alguien resulte un problema para alguien, más paradójico aún, si ese alguien es una organización internacionalista. En todo caso, la aplicación extensiva del paradigma que les identifica
con las políticas de sus respectivos gobiernos los escenarios se van a
quedar vacíos.