Alberto Moyano
La desginación de Carme Chacón como nueva ministra de Defensa ha sido saludada desde las filas progresistas con el mismo inconsciente alborozo con el que se recibiría la elección de un teólogo de la liberación como nuevo Papa.
Mujer, embarazada, pacifista, catalana, seria y solvente. Leyendo la lista de cualidades que se atribuyen a la nueva titular no se imagina uno para qué le van a servir al frente de una institución tradicionalmente tan rijosa. Más bien suena a desperdicio de talento. Tras ser inmortalizada ayer mientras pasaba revista a las tropas, lo suyo ahora sería destituirla de inmediato y destinarla a un puesto en el que pueda desarrollar en plenitud sus prestaciones.
Además, si se confirman las últimas investigaciones en materia de percepción intrauterina, que recomiendan solazar al bebé con música de Beethoven a partir del quinto mes de gestación, esos ‘Capitán, mande firmes’, ‘viva España’ y ‘viva el rey’ no permiten augurar nada bueno respecto a la formación del feto.
Desde las filas conservadoras, se aplaude con desgana y resignación la elección de Zapatero, se admite que es un paso hacia la normalidad, pero también se advierte que ésta no llegará hasta que haya un hombre al frente del Ministerio de Igualdad.