Alberto Moyano
En la comparecencia pública del lehendakari Ibarretxe ante los medios, su sdos preguntas jugaron el mismo papel que Trancas y Barrancas en ‘El hormiguero’. La una daba réplica a la otra e incluso fue un poco más allá: la primera se replicó a sí misma, al proponer la apertura de un proceso para que ETA deje las armas, siempre y cuando ETA haya decidido dejar las armas.
Tras ‘Tengo una pregunta para usted’, Ibarretxe, que ni siquiera participó en el programa, se venga mediante, no una, sino dos preguntas para nosotros. Más allá de condenas y rechazos explícitos, las dos son tan explicativas como precisas. Lo que pasa es que la papeleta cojea a falta de una tercera: “¿Cree usted que todo esto vale para algo?”
Afortunadamente, el Gobierno ha reaccionado con celeridad, anunciando que recurrirá, de ser necesario, incluso al Constitucional porque la consulta -o como se llame- de Ibarretxe divide a la sociedad, circunstancia que, por otra parte, se produjo también en cada una de las treinta y tantas elecciones y cuatro referendos celebrados en las últimas décadas. Además, al Ejecutivo le inquieta eso de que no hay preguntas indiscretas, sino respuestas indiscretas. Dicho de otra forma: sin condiciones de garantizar el resultado apetecido, mejor no tentar a la suerte.
Así las cosas y con la enormidad habitual en este tipo de lances, se anuncia para los próximos meses nada más y nada menos que un choque de trenes. Seguro, pero ni se alarmen, ni se alborocen que tampoco damos para tanto: por un lado, viene el de la bruja y por el otro, el chú-chú.