Alberto Moyano
Catorce años después de que ‘Días contados’ se proyectara y ganara en la Sección Oficial del Festival de Cine donostiarra, el ‘conflicto’ vuelve a competición. En esta ocasión, será Jaime Rosales con ‘Tiro en la cabeza’, su particular visión del encuentro fortuito entre un grupo de etarras y unos guardias civiles en una cafetería de Capbreton.
Cabría hablar casi de rodaje en tiempo real, dada la velocidad a la que el director ha llevado los hechos a la pantalla, pero esta vez, es probable que no haya lugar a la polémica, a diferencia de lo ocurrido con la película de Imanol Uribe, a la que algún intelectual de esos que anuncia periódicamente la muerte de la novela acusó de apología del terrorismo por mostrar que los miembros de ETA tienen sentimientos y se enamoran. Una lógica aplastante que llevaría a denunciar a Ridley Scott por apología del replicante.
La peli de Rosales, más allá del tema, desasosiega. Bueno, asusta. Está bien, seamos sinceros: da pavor. Según la crónica que hoy publica DV, el director rodó con “actores no profesionales y un equipo de nueve personas que casi nunca sabían cuándo la cámara estaba encendida”. Se ignora qué significa esto exactamente, pero resulta extraño.
No obstante, pase lo que pase, todo son buenas noticias en torno a este asunto: no sólo ‘Todos estamos invitados’ tuvo la gentileza de irse al Festival de Málaga, sino que ‘Tiro en la cabeza’ parecía destinada a Cannes, y sin embargo, no ha sido así. A poco que todo transcurra normalmente’, Rosales habrá amortizado su elección: si las críticas son buenas, guay, y si no, se dice que es una película valiente y el resto se atribuye a la presión, el miedo, la mordaza, zzzzzzzzzzzzzzzz