Alberto Moyano

1) Fenómenos paranormales, que ya quisiera para sí la Feria del Esoterismo, se abren paso en el Zinemaldia. Así, en una columna de un periódico vasco, alguien escribió el primer día, antes de que se hubiera proyectado una sola película a concurso, cosas que sólo puedes firmar si posees el dones adivinatorios:  “… un festival en el que los nuevos aires han conseguido elaborar una de las selecciones más serias e interesantes de los últimos años (…) Un festival que apuesta por el cine de verdad”. Es cierto que el Festival es también un estado de ánimo, pero, mujer, deja algo para el último día, no vaya a ser que tengas de tragarte tus palabras.

2) Fantástica la caterva de escotadas que se pasea por los suburbios del certamen -Hotel María Cristina, Victoria Eugenia, cafeterías y terrazas- sin un motivo definido. Todas responden lo mismo: “Aquí, disfrutando del Festival e intentando que mis múltiples compromisos me permitan ver el máximo de películas posibles”. Lógicamente, no se acercan a una sala de cine ni en los momentos de mayor desorientación. Se comenta que este fenómeno es el equivalente glamouroso del ‘hacer pasillos’ de toda la vida. Lorena Bernal está excluida de esta categoría, porque parece ser que ha interpretado a una niñera en un capítulo de ‘CSI’.

3) Capítulo aparte merece Espido Freire, que el año pasado encontró, como miembro del jurado de Nuevos Directores, la excusa perfecta para detenerse a diario ante las cámaras que cubren la alfombra del Kursaal. Este año, despojada de coartadas, lo ha vuelto a hacer, aunque anuncia su inminente partida en pos de misiones más altas, como escribir su nueva novela y así.

4) El jamón también reclama su protagonismo. Tras la ‘Ham Session’ que hace dos meses inauguraba el Jazzaldia, el cortador y su cuchillo volvieron a hacerse presentes por las esquinas del Zinemaldia, en concreto, en la fiesta inaugural del María Cristina. Qué sería de un festival de cine, o incluso de cualquier festival en general, sin sus lonchas de pata negra.