Alberto Moyano
Como lo prometido es deuda, el programa ‘Keridos Monstruos’ de TeleDonostia reunió anoche a Teresa Cormenzana, Josean Larrañaga ‘Urko’, Dionisio Pérez-Villar, Nerea Salinas, Juan Mari Mañero y Juan Luis Etxeberria -fantástica camiseta de ‘Yo no bailo’- para debatir en torno a la existencia, y en su caso potencialidades, del ñoñostiarrismo. Y el resultado fue enriquecedor hasta decir basta.
El debate arrancó en la definición de ‘ñoño’ que figura en el Diccionario -“soso, de poca sustancia, persona sumamente apocada y de corto ingenio, caduco, choco”-, descripciones que de inmediato fueron acogidas con entusiasmo por parte de Etxeberria en su aplicación donostiarra, y en diferentes grados por parte del resto de los contertulios.
Cormenzana y Urko presentaron sendas enmiendas a la totalidad contra el calificativo por considerarlo despectivo, Pérez-Villar ni contempló la posibilidad someterlo a estudio, Salinas hizo gala de cintura a la hora de encajarlo y Mañero reconoció haber cambiado de opinión tras abrir consultas con su madre.
Por alguna razón que no quedó clara, el debate se deslizó hacia la falta de ambiente nocturno de la ciudad como síntoma de ñoñostiarrismo, de ahí saltó al peso de la tradición europea en la ciudad para desembocar finalmente en la refutación del término.
“En Semana Grande, a las dos de la mañana no hay nadie en la calle porque somos así”, vino a decir Urko, quedando en el aire la cuestión de por qué entonces las calles de Pamplona están llenas de donostiarras a las seis de la mañana en sanfermines, tal y como sucede en Irun en sanmarciales o en Errenteria en magdalenas.
Las entrevistas a ciudadanos realizadas por las calles de la propia
Donostia y de Hondarribia, al igual que las llamadas telefónicas de los
oyentes, aportaron la conveniente carga de belicosidad al encuentro.
El debate -que en esencia trataba de dilucidar hasta qué punto es ñoña una ciudad en la que hasta la intensidad de los vejigazos de gigantes y cabezudos es motivo de controversia- arrojó conclusiones para todos los gustos: se propuso la instalación de un casino y otras actividades lúdicas en el actual Ayuntamiento, que sería trasladado a Tabakalera; se anunció la extinción del ñoñostiarra, olvidando que la juventud es una enfermedad que se cura con la edad y que el ‘botellonista’ de hoy puede ser el ñoñostiarra de mañana; se advirtió del peligro de concurrir a la Capitalidad Cultural 2016 en calidad de “ciudad más ñoña de Europa”; se apostó por aceptar el término con sentido del humor; y se anunció que, en el caso de que se vuelva a celebrar cualquier otra tertulia sobre este asunto, que no cuenten con ella (Cormenzana).