Tienen buena pinta las celebraciones que con motivo del centenario de la Real se preparan para el próximo verano. Bueno, es un decir. A nadie se le escapa que todo dependerá de que la insigne centenaria se tome la pastilla, recuerde por fin dónde dejó la dentadura postiza y suba de una vez a Primera División. Todo lo demás es nada.
Como otras famosas ancianas que pueblan las páginas de las revistas del corazón, la Real estaba hace diez años como una rosa, pero los dispendios dedicados al entretenimiento de sus inquietantes amigos, algunos de ellos sospechosos de gigolismo, y el ‘livin’ la vida loca’ han dado al traste con los ahorros de toda una vida y con su otrora ejemplar salud.
Sin embargo, a diferencia de aquéllas, el club no ha perdido el afecto de sus allegados. Es más: continúa concitando el amor por los colores de toda la provincia, lo cual también podría suponer un lastre, a la vista de la última junta de accionistas y con la mente puesta en eso de “hay amores letales”.
A falta de más detalles, las celebraciones consistirán en un partido contra “un equipazo” que, de confirmarse, deberá convertirse en un ejercicio de piedad o establecerá irremediablemente una goleada record en el marcador de Anoeta -y quien sabe si en la historia blanquiazul-.
También habrá un concierto, previsiblemenete, a cargo de la parrilla de artistas de Getin, que en caso de permanencia en Segunda, interpretarán la ‘Marcha Fúnebre’ del maestro Sorozábal y finalmente, ya en septiembre, se celebrará un acto institucional, nunca más oportuno dado quién correrá con los gastos de todo esto.
Todos los actos contarán con la presencia de la homenajeada que, desde su silla de ruedas, asistirá al festín sin enterarse de mucho pero con una gran sonrisa no necesariamente conectada con la realidad.
Nadie podrá decir que el plan no es atractivo. Sólo un detalle final: se buscan patrocinadores.