La explosión de una furgoneta Peugeot en el Campo de las Naciones madrileño esta mañana es, además de un acto de terrorismo, un ejemplo de manual de arte contemporáneo.

Sus característica, al igual que las de algunasde las más prestigiosas acciones artísticas de hoy, son: interviene de forma radical para modificar el paísaje urbano, interactúa con el espectador -obligándole a salir por piernas- , reúne las principales líneas maestras que identifican a su autor, recurre a materiales novedosos -como es un vehículo de motor y una cantidad de explosivos por determinar- y ofrece un amplio abanico de posibles interpretaciones. Y el remate es el lugar común preferido de los creadores de última generación: “No deja a nadie indiferente”.

De hecho, los modestos autores, que prefieren considerar su obra como fruto de una reflexión colectiva, han llegado a tales niveles de perfección técnica y dominio del medio que se permiten lujos como el de cometer dos veces el mismo atentado en un intervalo de cuatro años y obtener explicaciones completamente diferentes sobre el mismo. Lo que ayer era Arco, hoy es Ferrovial.

Los responsables de la Feria de Arte Contemporáneo no pueden seguir ignorando el fenómeno. Urge: habilitar un espacio específico en el recinto del Ifema en el que exhibir toda esta chatarra transformada a golpe de bombazo. Lo ideal sería colocarla entre los tiburones en formol de Hirst y los botes con excremento, de Manzoni.