Quizás haya llegado el momento de que un aguerrido equipo de psiquiatras indague en las motivaciones del fuerte influjo que la televisión en general, y el formato ‘reality en particular, ejerce sobre todo tipo de ex camellos, antiguas prostitutas, maltratadores y todo tipo de personas con antecedentes penales,
El último en saltar a la palestra ha sido un joven que ha renunciado a dar la vuelta al mundo de la mano de un concurso televisivo tras revelarse que hace catorce años asesinó a sus padres a tiros -siete a él, tres a ella-. En este caso concreto, la rehabilitación del hombre debía pasar por sustituir el viejo lema de “ten un hijo, planta un árbol y escribe un libro” por el más actual de “mata a tus padres, da la vuelta al mundo y cuéntalo en la tele”.
La cadena ya ha aclarado que lo ignoraba y debe ser cierto porque de lo contrario no hubiera ahorrado anuncios a lo largo de toda la semana para que no nos perdiéramos “el abandono en directo del parricida de la vuelta al mundo”. Su compañera de viaje y novia, por el contrario, ha asegurado que estaba al tanto de todo, “por supuesto, desde el primer momento”.
Sorpredente confesión, pese a que los caminos de la seducción son infinitos. De ser cierto, sólo queda confiar en que no se tratara de un caso de amor a primera vista, sino de una conquista pacientemente trabajada. En cuanto al amigo o familiar que le iba a representar en el plató, sólo queda saludar su coraje.
El protagonista de la historia lamenta que no se le haya dado una nueva oportunidad. Habría que matizar: si se refiere a sus padres, efectivamente, no la tendrá porque la mayoría sólo tiene dos y a él se le acabaron de una tacada. Pero si de lo que habla es de dar la vuelta al mundo, podrá hacer y hasta es probable que en ‘bussiness class’.
Sólo tiene que establecer su tarifa y pasar a continuación a ‘La hoNoria’ de Jordi González o el ‘Espejo púbico’ de Susana Griso, periodista y madre, para contar a los espectadores su edificante historia de pecado y redención.