Tras treinta años de ejercicio ininterrumpido del poder, la dificultad que padece el PNV para diferenciar con claridad la actividad pública de la actividad privada empieza a ser monstruosa.

Preguntados por DV los partidos acerca de “¿por qué en lo único que se ponen de acuerdo los políticos es a la hora de fijar sus sueldos?”, la respuesta de Ibarretxe asusta por su desconexión con la realidad vigente: “Los políticos en este país ganamos mucho menos que la mayoría de los directivos de los medios de comunicación”.

La pueril postura de “now more than ever” se derrumba con tan sólo recordar que las empresas privadas no suelen establecer los salarios de sus directivos en función de lo que gana el lehendakari, sino en la de su rentabilidad estimada. Por lo demás, esa cantidad será sustraída de los propios beneficios de la empresa.

En todo caso, cabe preguntarse en qué medio de comunicación tienen los directivos la posibilidad de establecer sus propios salarios, ausentarse de su mesa en la redacción como si fuera un escaño del Parlamento o acabar saltando desde su empleo hasta las cúpulas de Euskaltel o Petronor.

La otra pregunta digital, esta vez dirigida a los ciudadanos, es: “Si Obama fuera vasco, ¿a quién se parecería?”. El 40,5% más daltónico de la ciudadanía responde que a PatxiLo y el 14,4% de córnea más castigada, que a Ibarretxe. Entre medio, un 18,5% con desprendimiento de retina cree que al candidato de UPyD, Gorka Maneiro, y el 17,4%, con la pupila al estragón, que a Unai Ziarreta.

El hecho de que varios de los colaboradores elegidos por Obama hayan tenido que abandonar sus cargos por irregularidades fiscales y chanchullos varios no augura nada bueno para nuestro 2 de marzo. So Help You God!