1) Los periódicos realizan hoy un auténtico ejercicio de voluntarismo al asegurar que los partidos “aparcaron” por un día la campaña electoral para recordar a las víctimas, en este caso, en la persona del dirigente socialista Fernando Buesa, asesinado ayer hacía nueve años. Las páginas dedicadas a la campaña electoral incluyen, por supuesto, información y referencias en torno a este acto.

2) En todo caso, nunca estuvo tan ausente el problema de la violencia de una campaña al Parlamento Vasco. Las posibles razones son: a) los partidos han madurado hasta el punto de excluir este asunto de la contienda electoral; b) los partidos llegan a los comicios escaldados tras una legislatura monopolizada por el tema; c) los partidos consideran que el asunto no tiene solución; y d) los partidos asumen que, sea cual sea su propuesta, ya no sirve para lograr votos. Marque su favorita.

3) Cuando hay de por medio un pintxo y/o ración, todos los tópicos políticos en vigor sobre la ciudadanía vasca se evaporan. Así, el reparto de sardinas asadas que Antonio Basagoiti y Javier Arenas llevaron a cabo ayer en Santurtzi arrolló cualquier otra consideración. Las masas acudieron solícitas y con la mejor de sus sonrisas a por su correspondiente ración, más allá recelos, resquemores, escoltas o el famoso ‘qué dirán si me ven con éste’.

4) Puede que Unai Ziarreta albergue una fuerte vocación política, pero su agónica forma de vivir la campaña está resultando evidente en exceso. No se veía a un candidato político padecer tanto bajo la exigencia de brillantez y simpatía ininterrumpidas desde, al menos, los tiempos de John Kerry, lo cual ya dice mucho en favor de su persona. Por eso, dan ganas de que concluya todo esto aunque sólo sea para poner fin a tanto sufrimiento.

5) Una hipótesis, en cierto modo inquietante, sobrevuela la campaña: cada acto electoral sirve lo mismo para sumar votos que para restarlos. A más sosiego, mayor indiferencia; a más beligerancia, mayor rechazo. A la espera del recuento de votos, la teoría explicaría esos tres parlamentarios que algunas encuestas adjudican a UPyD, desaparecida mediáticamente en el fragor de la batalla. A ver si va a resultar que después de tanto gasto y tanta publicidad, el secreto de un buen candidato radica en ser un perfecto desconocido para el electorado.